Nadie puede ser feliz sin participar en la felicidad pública, nadie puede ser libre sin la experiencia de la libertad pública, y nadie, finalmente, puede ser feliz o libre sin implicarse y formar parte de la vida política.

Esta reflexión de la pensadora alemana Hanna Arendt se podía leer en los marcapáginas que se repartieron entre las casi 300 personas que asistieron en la tarde de ayer al homenaje a la exconcejala socialista Dulce Gallego tras el final de su calvario judicial en el "caso EMA". Un encuentro organizado por el Forum de Política Feminista de Asturias -del que Gallego es integrante desde hace años- que acabó desbordando uno de los salones del hotel Begoña por una participación mucho más alta de la esperada . Y un acto que pese a llevar el simple título de "Encuentro con Dulce" se acabó convirtiendo en toda una reivindicación pública de los valores de una persona, pero también de los valores de una forma de hacer política y del legado para Gijón de los gobiernos de la izquierda.

Gallego pudo abrazar y besar a muchos de los concejales con quienes compartió gobierno en las tres corporaciones de las que formó parte entre 1999 y 2011. Años en los que esta gijonesa del 59 que empezó su compromiso político en Bandera Roja tuvo responsabilidades en el área de Políticas de Igualdad, Empleo y Medio Ambiente; además de la presidencia de varias empresas municipales. La cita sumó a exalcaldes de Gijón y expresidentes del Principado como Paz Fernández Felgueroso, Vicente Álvarez Areces y Antonio Trevín. De las filas de IU la presencia más significativa fue la de Jesús Montes Estrada, "Churruca". También estuvieron el presidente de la Junta General del Principado, Pedro Sanjurjo; la consejera de Servicios y Derechos Sociales, Pilar Varela, y la totalidad del actual Grupo municipal Socialista. Quienes estaban lejos enviaron correos y mensajes "desde todas las partes del mundo", como explicaba la organizadora, María José Capellín.

Tras la sentencia que absolvió con contundencia a Gallego y Luis Alemany de los delitos de prevaricación, fraude y exacciones ilegales de los que estaban acusados por su gestión en la absolvió con contundenciaEmpresa Municipal de Aguas, y tras la confirmación de que no habrá recurso que prolongue el proceso judicial, llegaba el momento de "pasar página" para recuperar la felicidad y la libertad de la que hablaba Arendt tras más de cuatro años "muy largos", en palabras de Gallego, que se llevó del encuentro un viaje de regalo y muchos aplausos. Pero sobre todo el reconocimiento de su gente: la de dentro y fuera del partido.

De ella fue el deseo de trasladar ese reconocimiento público hacia quienes "en este delirio lo pasaron mal, muy mal como Luis Alemany, un funcionario defensor de lo público y poco sospechoso de carné socialista que se fue sin los honores que le eran debidos. Me hubiera gustado que estuviera aquí. No quiso porque quiere pasar página ya por su familia y lo entiendo". Gallego no sólo se acordó del exgerente de la Empresa de Aguas. También hizo mención a otros damnificados del "caso EMA" como "la empresa gijonesa Suymcoplas ahora cerrada y con sus trabajadores en la calle, los gerentes de una empresa que pasaban por aquí y fueron buscados por la Interpol para venir a un juicio, Begoña Espasando y Javier Tagarro (dos jefes que fueron despedidos de la empresa) y los propios trabajadores de la EMA que siempre se sintieron orgullos de su empresa".

Tras la solidaridad con quienes compartieron con ella el camino judicial -y el agradecimiento a sus más íntimos porque "yo no estaría aquí sin mi Chusa, mi familia, mis ahijados y ese lujo de amigos que crearon una red que me preservó de muchas cosas"- llegaba la crítica a quienes, en referencia al gobierno de Foro, "han degradado el discurso de la política" y "van a ahogar las cosas que son la seña de identidad de esta ciudad".

Aunque quizás con Foro y sus formas de hacer fueron mucho más beligerantes algunos de quienes quienes tomaron la palabra antes que Gallego: María José Capellín, Ángel Calvo, Lourdes Pérez y José María Pérez. "No emularé el 'Yo acuso' de Zola, pero por ahí va la cosa", explicó Capellín tras hacer suyo el lema feminista: "Lo personal es político y aquí no hay nada más personal que la destrucción de la reputación ni nada más político que los métodos elegidos para hacerlo".