Justo 24 horas después de Antonio Orozco, le llegaba el turno a la Oreja de Van Gogh en Poniente. El grupo donostiarra recogió el testigo de la actuación del catalán en una noche donde la explanada gijonesa volvió a mostrar un gran aspecto aunque sí que se dejaron ver unos cuantos huecos vacíos. Estos son datos del todo irrelevantes para los fans acérrimos de una de las bandas de pop más reconocidas de este país. Menos aún cuando Leire Martínez arrancó con uno de los temás más cercanos que tiene: "Estoy contigo".

A partir de ahí, la noche fue avanzando. Y pronto se dejó sentir el poder emotivo que tiene la Oreja de Van Gogh allá por donde pisa. Si algo bueno tiene este grupo es que posee unos cuantos temas que es casi imposible no entonarlos, independientemente de cual sea tu estilo preferido. Que levante la mano quien no ha cantado alguna vez eso de "Cierra la puerta, ven y siéntate cerca" o aquello de "Te voy a escribir la canción más bonita del mundo. Voy a capturar nuestra historia en tan sólo un segundo". Efectivamente, "Cuídate" y "La canción más bonita del mundo" estuvieron presentes en la noche de Gijón.

La capacidad de influencia de los vascos no sólo se vio en la playa de Poniente. Las ríadas de gente que se aproximaban a la zona del escenario, algunos minutos después de que la actuación hubiera comenzado, también se animaban a tararear. Una muestra más de que la Oreja de Van Gogh es una de las bandas punteras de las dos últimas décadas. Pero también, indicativo de que el sonido fue mejor que el de anoche con Orozco. Si con el interprete era complicado descifrar a unos centenares de metros qué es lo que tocaba, la voz de Leire se oía con nitidez también en la zona de Fomento. Tanto fue así, que alguna gente que únicamente pasaba por allí, aguardó unos segundos en su sitio para regalarse algún que otro paso de baile.

El otro gran punto fuerte de la Oreja de Van Gogh es "Jueves". A pesar de tener varios años es un tema que aún sorprende. Más cuando percibes la atmosfera que genera. Los vellos de punta, algún que otro ojo lloroso y una sensación de respeto (y de impotencia) que inundó el aire de la noche de Gijón. La historia de amor gestada en los cercanías de Atocha y frustrada por la barbarie de la intolerancia siempre es uno de los momentos álgidos en los conciertos del grupo del País Vasco. Quizás, porque ese 11 de marzo todo cambió aunque algunas piezas siguieran en su sitio. Quizás también porque aunque algunos se hicieran viejos, la gran mayoría se hizo mayor ese día de 2.004. Lo dicho, casi imposible no pararse a disfrutar de lo cuatro minutos que dura.

El concierto también tuvo momentos hablados. Es ahí donde se ve también cual es la idiosincrasia del grupo. Recientemente reconocían a LA NUEVA ESPAÑA que se han vuelto más perfeccionistas y combativos. "Vamos a ver si logramos querernos todos un poco más", decía Leire antes de deletrear las primeras estrofas de "Cuando menos lo merezca", el tema que lleva la firma de Pablo Benegas, y que aparece en su último disco de estudio, "El planeta imaginario". Habrá críticos con esta forma de proceder. Habrá quién les tache de cursis. Es lo más probable. Pero si llevan 20 años en la carretera, han cambiado de vocalista y han tenido 28 números 1 diferentes en varios países será porque la fórmula no requiere de muchos ajustes. Simplemente, funciona.

Y así, alternando las piezas de siempre con las nuevas. Las de Amaia Montero con las de Leire Martínez, La Oreja de Van Gogh dejó su impronta en Gijón. Seguramente, el (pen)último Gran Vals de la Semana Grande. Poniente ya sólo espera a Revolver y a Morat.