Llegó a la cita en moto, bien vestido y dispuesto a hablar. Lo hizo generosamente y en el transcurso fui descubriendo su gran cultura y excelente memoria. Tiene el estilo de los sabios del siglo XXI: moderno y desenvuelto.

- Dígame quién es.

-Nací en Ávila (1961) circunstancialmente, segundo de cuatro hermanos, pero soy gijonés desde los seis años. Estudié el Bachiller en el colegio de la Inmaculada. Me llaman el optimista estructural. Me considero serio y perseverante como buen tauro, digamos un poco cabezota. Casado con una gijonesa y tengo tres hijos.

- ¿Cómo fue su infancia?

-Muy feliz, con grandes amigos. Mis padres nos inculcaron la afición por el estudio y el interés por los viajes, de modo que los cuatro hermanos tenemos responsabilidades internacionales.

- ¿Por qué estudió Veterinaria?

-Me encantan los caballos, pero no ejerzo como veterinario, pese a que tengo la especialidad de Clínica y Producción Animal y el doctorado en Toxicología y Farmacología por la Universidad Complutense, donde soy profesor honorario. Me encanta la docencia; dos semanas al año las dedico a dar cursos.

- Según su currículum tiene que saber idiomas...

-Sí, cuatro, además del español, inglés, francés e italiano, pero le echo mucha cara y también me desenvuelvo en portugués y árabe. Los árabes son acogedores, amables y tienen gran sentido de la hospitalidad. La mejor demostración es que hemos convivido con ellos ocho siglos. Nos dejaron cosas muy buenas, como el vino, el tratamiento del agua, el ajedrez...

- Cuotas, cuotas, repartos, repartos... ¿No le duele la cabeza?

-No, es un ejercicio que tenemos que hacer todos los años, para distribuir las 350 especies a zonas determinadas. Lo que nos interesa es el golfo de Vizcaya, el Mediterráneo y el mar Céltico. La caballa, el jurel, la sardina, la merluza, el rape, el gallo, no todos están en el mismo estado y tenemos que equilibrarlo. Son ecuaciones complicadas, pero tenemos gente muy buena. Ya estamos preparando para diciembre el Consejo de Ministros de Pesca en Bruselas.

- ¿Quién lleva la voz cantante allí?

-Nosotros. España tiene tanta costa y tanta tradición pesquera que somos los más negociadores, buenos y duros.

- Dicen que el mar enseña más que la tierra...

-Es verdad, entre otras cosas porque es mucho más grande. En biotecnología podemos trabajar con elementos marinos en la lucha contra las enfermedades y el envejecimiento.

- ¿Usted qué pesca?, ¿sólo resfriados?

-Alguno, sí, soy proclive por mi ritmo de vida. Ir de avión en avión... En siete días he estado en México, Mauritania, Londres y Asturias. Pero deportivamente pienso salir con los amigos de Navia a pescar bonitos.

- ¿Quién es la flota enemiga?

-La de los intereses contrapuestos, como Irlanda y Francia; con el bonito tenemos cierta tensión, pero se mandan patrulleras, aviones, para que la actividad se desarrolle razonablemente.

- ¿Por qué ha bajado el precio de la merluza? Antes se decía que cuando un pobre come merluza es que uno de los dos está malo.

-Porque está entrando de Sudáfrica, de Argentina... Antes se consumía mucho pescado, pero los hábitos están cambiando. Ahora la moda es el atún rojo, se pesca en Canarias y en Madeira, pero la temperatura del agua está subiendo y se acabará pescando en Asturias.

- Su carrera es fulgurante, ¿adónde piensa llegar?

-Tengo una experiencia de 32 años, he estado destinado en Marruecos, Mauritania, Bélgica, Italia y Francia. El futuro está abierto, y por ahora me corresponde culminar el trabajo que me he comprometido hacer.

- ¿Qué le apasiona?

-Los caballos, la ópera, la gastronomía y la Historia. Vamos a colaborar en la organización del V Centenario de la vuelta al mundo de Magallanes y Elcano; creo que es importante mostrar a los jóvenes los pasos de España en el mundo del mar. Y me encanta el vino: hice un curso de enología de cuatro años.

- Supongamos que le invitan a una cena en la que hay percebes, ¿qué hace?

-Comerlos, y después hacerle ver al anfitrión que no debe alentar el consumo de un producto que está prohibido.

- ¿Usted, qué come?

-De todo, desde lo más sencillo a la alta cocina. De los 78 millones de turistas que viajan a España, once millones declaran que vienen a comer. Un menú ideal para mí sería una tortilla de camarón, un arroz a la marinera y algo de carne asturiana. De postre, tocinillo con helado. Lo regaría con un tinto de Castilla-La Mancha.

- ¿Hay un verano en su vida?

-Sí, cuando estuve destinado en Italia, en Positano; nos llamaron porque se había producido un brote de gripe aviar en Bélgica, y mis hijos estaban allí en un campamento... La sensación de vulnerabilidad fue enorme, no sabíamos nada. Igual que en el atentado de la sala Bataclan, mi hijo mayor había viajado a París y su móvil no contestaba...

- ¿Como veterinario, le interesan los toros?

-Sí, pienso ir a alguna corrida de la Feria de Begoña. Hay que diferenciar el maltrato con una tradición de culto.