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Un suceso que conmocionó al concejo | Un suceso que conmocionó al concejo

"Para que Iván pueda hacer una vida normal tiene que perdonarse, y aún no ha sido capaz"

"Mi hermano adoraba a nuestra madre, era su confidente; aquella noche no era él, era otra persona distinta"

- ¿Ya le habían visto en la cárcel?

-Hasta ese momento Iván no nos quería ver. A raíz de ahí pidió ver a nuestro padre, pero a él solo. No quería enfrentarse a vernos a los tres a la vez.

- ¿Cómo fue ese reencuentro?

-Al día siguiente de pedirlo, fue mi padre. Iván ya estaba llorando cuando le vio y fue muy emotivo. Era un momento delicado, tenso. En el encuentro también estaban las psiquiatras, acompañando a Iván. No querían dejarle solo porque no sabían cómo iba a reaccionar nuestro padre. Pero al verse empezaron los dos a llorar y se abrazaron. Y las médicos se fueron.

- ¿Y vuestra visita?

-Fue más de lo mismo. Fuimos al día siguiente de mi padre; él ya estaba llorando y nos abrazamos los tres, también mi prima que nos acompañaba. Nos pidió que le perdonáramos, que mi mamina?

- ¿El diagnóstico de su hermano llegó tarde?

-Muy tarde. Hace tiempo que mi hermano estaba mal, posiblemente desde 2013. Pero entonces parecía más un cuadro depresivo que otra cosa. Todo lo focalizaba en el trabajo (es soldador y trabajó para una gran firma asturiana) y al principio nos lo creímos, creímos que ese era el problema. Mi madre y todos temíamos más que hiciera algo contra él mismo que daño a nadie porque mi hermano daño, no le hace ni a una mosca. En febrero del año pasado empeoró y se fue drásticamente de casa. Estuvo una semana desaparecido. No sabíamos nada y denunciamos su falta a la Policía.

- ¿Y qué pasó?

-Desapareció un viernes por la tarde noche y apareció el viernes siguiente por la mañana. Apareció lleno de barro y delgadísimo. Encontró una caseta en el monte, bebió agua de un pozo y pasó toda la semana sin comer nada, salvo alguna fruta. Dijo que había estado pensando, que había reflexionado y no quería ir ni al médico ni hablar con nadie.

- ¿Pero estaba bien?

-Estaba muy raro. Creímos de nuevo que era por el tema laboral, nunca pensamos que tendría lo que tiene. Intentamos convencerle de ir al médico. Dejó su empresa y empezó en otra, pero pasó lo mismo. Iván fue siempre una persona muy sociable, con muchos amigos y que salía con ellos. Pero empezó a aislarse y meterse en su habitación. Dejó de hablar hasta con nuestra madre, que siempre fue su confidente. En junio del año pasado tuvo otra crisis y a raíz de ahí llamamos al 112 y lo ingresaron en el Hospital de Jove.

- ¿Qué ocurrió ese día?

-Empezó a manifestar ideas raras, de contenido religioso. Ya se veía que no estaba en sus cabales. Llegó la ambulancia y uno de los sanitarios, nada más ver a Iván dijo: "está psicótico". Se lo llevaron al hospital y no se resistió. Al principio nos dijeron que tenía un brote psicótico pero el último día la médico le dijo a mi madre que para ella un brote psicótico era algo peor, que lo de mi hermano no era tan grave y podía ir a trabajar. Dijo que era un trastorno esquizotípico, que es un trastorno leve, como si fuera un tío raro. Nada que ver con la enfermedad que tiene. No nos explicaron nada más, sólo un informe básico y se marchó con una caja de medicación que le recetaron.

- ¿Nada más?

-Lo consideraban suficiente para Iván. No estaba tan mal; decían que no se le veían ideas delirantes. Hablaron con él pero no lo suficiente, tampoco le preguntaron por qué se había ido al monte. En Oviedo, en el HUCA, donde le trataron muy bien las doctoras, tardaron un mes en diagnosticarle; en Jove estuvo sólo cinco días. Está claro que faltó exhaustividad entonces, que en Jove no hicieron su trabajo como deberían. No se implicaron en lo que le estaba pasando.

- ¿Por eso se presentan al juicio como acusación particular?

-Queremos conocer de primera mano el proceso penal y pedir lo que consideramos mejor para Iván, sin ánimo de que sea más grande la pena. No queremos acusarlo, ni que su condena sea más grave. Pero queremos una reclamación al Sespa porque tienen una grandísima parte de culpa en lo que pasó después.

- ¿Pensaron que podía ocurrir algo semejante?

-Nunca. Para nada. Sólo nos preocupaba que nuestro hermano volviera a irse de casa sin decir nada o que se hiciera daño a él mismo. Estas reacciones raras sí, pero violento no fue nunca. Cuando empezó su enfermedad no era agresivo, cuidaba y jugaba con nuestros gatos y perros. Iván es muy buen niño, pero está enfermo.

- Según un estudio de la "Fundación AstraZeneca", el rechazo social a los trastornos mentales dificulta su diagnóstico. ¿Dirían que es Iván uno de estos casos?

-No estamos de acuerdo. Con Iván lo que hubo fue falta de implicación. No es el primer caso, ni siquiera en esta ciudad, en que ocurre. Ahí está lo que le pasó al niñín en el parque. Siguen haciendo lo mismo, las pautas de actuación son las mismas y está claro que son ineficientes. Adolecen de falta de implicación.

- Una de cada cuatro personas padece una enfermedad mental a lo largo de su vida pero la sociedad, ¿sigue tildando de locos a quien lo padece?

-Las enfermedades mentales causan rechazo. La sociedad los juzga diferente a los enfermos que padecen algo físico. Ni el enfermo mental ni el físico tienen culpa de ello. Pero no se percibe así. Quizás es porque les causa más miedo. Hay rechazo y les consideran locos. Hasta que te toca vivirlo de cerca. Lo percibimos. Menos mal que nuestro entorno más cercano, la familia, los amigos y el barrio de Monteana están portándose bien con nosotros.

- ¿Fue difícil asumirlo para vosotras?

-Trabajo nos cuesta. Y terapia también, nosotras y nuestro padre. Gracias a eso estamos mejor. Pero Iván no tiene esa terapia, por eso estaría mejor en un centro psiquiátrico. En la cárcel no está realizando terapia individualizada, ni para su enfermedad ni para el hecho de enfrentarse a lo que hizo, que es muy duro de enfrentar. En un centro sí recibiría esa terapia. Para nosotras, también es muy duro enfrentar algo así pero es nuestro hermano y le queremos. Además es lo que nuestra madre hubiese querido.

- ¿Iván y Marimí son dos víctimas del mismo suceso?

-Sí. A mi hermano no se le hizo el diagnóstico correcto y de ese error fue víctima nuestra madre.

- ¿Podrá hacer una vida normal algún día?

-Si toma la medicación, y es consciente de que la tiene que tomar siempre, sí. Nos preocupa que cuando cumpla la pena pueda sufrir rechazo. Lo tendrá difícil en el tema de buscar trabajo, pero con la medicación está normal, es la persona que siempre fue.

- ¿Había dejado ser él?

-Es algo que quizás no entiende la gente. Aquella noche no era Iván, era otra persona distinta. Ahora reaccionó perfectamente a la medicación y ha vuelto a ser Iván, un chico normal, trabajador y bueno. Un chico que vive con mucho dolor, arrepentimiento e incredulidad. No se cree cómo pudo pasar.

- ¿Lo ha aceptado?

-Para que haga una vida normal es imprescindible que logre perdonarse lo que hizo. Todavía no ha sido capaz de perdonarse y por eso necesita ayuda.

¿Vosotras le habéis perdonado?

-Sí. Mi hermano adoraba a nuestra madre.

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