El cielo, muy gris en la mañana de hoy, se abrió justo al mediodía para que Gijón pudiese despedir a lo grande sus fiestas de Begoña. Un año más, centenares de personas entrelazaron sus meñiques en el Muro de San Lorenzo para bailar juntos la danza prima y hasta el "Gijón del alma".

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El restallón, muy aplaudido al igual que los fuegos de anoche, dejó en el ambiente el olor a pólvora con el que la capital de la Costa Verde despide cada año su "Semana Grande". "El ambiente en Gijón es increíble, no apetece salir de vacaciones a otro lado, apetece quedarse aquí en agosto", señalaba Kiona Piñero, que disfrutó del espectáculo desde el Náutico junto a su marido e hija. El entorno del cerro de Santa Catalina, detrás de la iglesia de San Pedro, acabó cubierto de humo y con el resplandor rojo de bengalas. Fue la resaca dejada por el estruendo del adiós a las fiestas de Gijón.