Asturiana Galvanizadora S.A., Agalsa, ha vendido las 670 toneladas de cinc que tenía en su factoría a Hierros y Aplanaciones, Hiasa, por alrededor de 1,3 millones de euros, según coinciden diversas fuentes. La venta de este material permitirá a la administradora concursal, Carmen Fernández Sánchez, hacer frente al pago a los gastos del concurso de acreedores y las deudas generadas por la sociedad con posterioridad al pasado 2 de marzo.

Agalsa entró en concurso de acreedores en esa fecha con un pasivo de 11,98 millones de euros. La ley obliga a las sociedades que entren en concurso de acreedores a pagar todas las deudas que se generen con posterioridad a la fecha en la que se declara la suspensión de pagos.

Hiasa, empresa radicada en Cancienes, realiza tareas de galvanizado. La compra del cinc de segunda mano del que disponía Agalsa le ha salido por un precio sensiblemente inferior al que habría tenido que pagar en el caso de adquirirlo directamente a la fábrica de Asturiana de Zinc. La venta del cinc de Agalsa se cerró a finales del pasado mes de julio, si bien el material aún no se ha retirado en su totalidad de las instalaciones de la factoría ubicada en el polígono de Lloreda (Tremañes). Hiasa dispone de lo que queda de agosto para el traslado del metal hasta sus instalaciones de Cancienes.

Si la venta del cinc permite a Agalsa obtener liquidez para hacer frente a los pagos generados tras la entrada en concurso de acreedores, también supone un obstáculo para la viabilidad de la sociedad, según trabajadores de la compañía.

Buena parte del cinc vendido fue extraído de la cuba de galvanizado de Agalsa, la mayor de España y tercera mayor de Europa con sus 16 metros de largo, 2,5 metros de ancho y 4 metros de profundidad. La operación dejó inservible la cuba, por lo que para volver a poner en marcha la empresa sería necesario sustituirla con una inversión de 150.000 euros y volver a llenarla de cinc, lo que tendría un coste de unos dos millones de euros adicionales.

Varios inversores se han interesado por la factoría de Agalsa, si bien no está claro si querrían reactivar la empresa, levantando el concurso mediante un acuerdo de pagos a los acreedores, o si preferirían optar a hacerse con las instalaciones en un proceso de liquidación de la empresa. Fuentes sindicales consideran que este último escenario es el más probable tras el vaciado de la cuba de galvanizado.

Agalsa contaba con 102 trabajadores cuando entró en concurso, de ellos 85 con contrato indefinido. La plantilla actual se reduce a algo menos de 40 trabajadores, la mayoría de ellos regulados de empleo de manera temporal, después de que más de la mitad de los empleados fijos hayan optado por desvincularse de la empresa y buscar otro trabajo. La regulación temporal de empleo que afecta a la plantilla que aún permanece en Agalsa, finaliza en diciembre de 2018, fecha límite para encontrar un inversor que reflote la compañía o para ir a una liquidación de sus bienes.

Además de Agalsa, su filial Oxicinc, con otros 27 trabajadores, también entró en concurso de acreedores el pasado 3 de mayo con un pasivo cercano a los tres millones de euros. Ambos concursos de acreedores se siguen en el Juzgado de lo Mercantil número 3 con sede en Gijón y al cargo de ambos está la misma administradora concursal.