"No dábamos crédito", asegura un joven brasileño que en la noche de ayer, se disponía a cenar en una terraza de una sidrería gijonesa, con un grupo de personas y acompañados por su perro, una pequeña yorkshire, cuando "una vez pedida la cena, el camarero me dijo que con el perro no nos podía servir", explica.

El motivo, una norma del local en cuanto al uso de la terraza, que aparece reflejada en un cartel: "durante los servicios de comidas y cenas no podrá haber animales en la terraza".

"Jamás me pasó algo semejante", asegura el afectado, "no dábamos crédito, me indigna muchísimo", más aún cuando "las personas de la mesa de al lado aseguraron que no les molestaba para nada".

"Nos dijeron que era una norma del Ayuntamiento, pero no tenemos constancia de que exista, es una terraza sobre suelo público, ni siquiera tiene una tarima, es la propia acera", explica el afectado, que no dudó en poner una hoja de reclamaciones al local.

"Tuve que atar a mi perra a apenas un metro de distancia, fuera de la terraza, para poder cenar", relata, "me amargó la cena".

"No hay derecho a que pasen estas cosas", culmina el indignado cliente, "yo tengo que aguantar que la gente fume a mi lado o estén los niños jugando con pelotas, pero no puedo cenar con mi perra que únicamente molesta a los encargados".