Paula González y su novio, ambos vecinos del barrio de Laviada, están desolados. Hace apenas unas horas que perdieron a Barto, el bull dog americano de tres años con el que compartían su vida. A su desolación se une la impotencia de no saber quién provocó el fallecimiento del animal. Y es que González y su chico están convencidos de que alguien envenenó al pequeño.

A estos gijoneses no se les olvida el día en el que sucedió todo. "Fuimos a pasear desde Laviada hasta la escalera 24, la playa habilitada para perros. Barto entró en el agua corriendo, bebió y se quedó paralizado", relata González. El supuesto envenenamiento tuvo lugar ayer martes. El animal luchó por su vida durante horas hasta que la pasada madrugada los veterinarios certificaron su muerte. Lo que no se explican los dueños del can es cómo pudo ser envenenado si el animal llevaba puesto el bozal. "Tuvo que ser algo que olió o el agua que bebió porque nos dijeron claramente que había fallecido por intoxicación química", argumenta González.

La gijonesa explica que "a otro amigo mío también le pasó algo raro, el perro bebió agua en la playa y estuvo muy malo del estómago", cuenta. Lo cierto es que en Gijón no son extraños los casos de envenenamiento de animales. Ayer, sin ir más lejos, varios vecinos denunciaban la presencia en El Coto de arroz con azufre tirado en las esquinas de una calle del barrio para dañar a los animales.

Ahora González y su chico sólo quieren que la historia se conozca "para que no le vuelva a pasar a nadie más".