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FREDERIC CHIU | Pianista

"Mi vida cambió cuando decidí estudiar lo que quería tocar, y tocar lo que me apetecía"

"Me inspiran los momentos emocionantes que me ha hecho sentir la música y el deseo de que otros puedan vivirlos"

Frederic Chiu. JUAN PLAZA

El pianista chino-americanoFrederic Chiu, ofrece hoy en el teatro de la Laboral un curioso concierto basado en un 'combate entre compositores" con obras de Prokofiev y Debussy. El artista, invitado en el Festival Internacional de Piano de Gijón "Jesús González Alonso", acumula premios como el de la American Pianists Association y se caracteriza por su constante innovación en técnicas, además de poseer un estilo de enseñanza basado en la filosofía de la música.

- ¿Siempre quiso ser pianista?

-Lo decidí cuando tenia 25 años, aunque por aquel entonces ya tenia un manager y daba conciertos, pero no habia sido elección mía, lo hacia porque se suponía que tenía que hacerlo. Por entonces vivía en París y me di cuenta de que podía hacer lo que quisiera. Me interesan muchas cosas pero ya llevaba mucho con el piano, lo tocaba bien y decidí seguir aunque dejando las competiciones. Quería estudiar lo que quería tocar, y tocar lo que a mí me apeteciera. Eso cambió mi vida.

- ¿Qué otra cosa hubiera sido?

-Puede que arquitecto, me ha hecho muy feliz que mi hijo esté estudiando arquitectura. También me interesan las matemáticas, la inteligencia artificial, la economía, la política... hay muchas cosas que podría haber hecho.

- ¿Alguna influencia?

-Cuando estudiaba tenia tres ídolos: Horowitz, un maestro, lo que puede hacer con un piano es increíble; Richter, al cual también crecí escuchando y tuve varias oportunidades de ver en París: tiene una manera muy especial de focalizarse en la musica, no en él mismo, al contrario que Horowitz, es solo la musica que le sale y eso es muy importante para mí como una actitud a imitar. Y el tercero Glenn Gould, que es un gran innovador y me hizo pensar en por qué ser pianista y lo importante que puede ser. Después me fui a París y descubrí a Alfred Cortot que se convirtió en mi dios por su control, su actitud, su forma de expandir la música, su pensamiento. Comete errores pero no importa porque tiene la capacidad de hacer hablar a la música.

- ¿E inspiración?

-Me inspiran los momentos emocionantes que me ha hecho sentir la música y el deseo de hacer que la gente pueda sentirlos. Siempre busco oportunidades para compartir con la gente, intento que mis conciertos sean interactivos, trato de conectar. Sea con música conocida o desconocida, intento que la gente aprenda algo diferente.

- ¿Cuál diría que es la mejor parte de la música y cuál de la enseñanza?

-La música es compartir. Es la idea de diez, cien personas juntas escuchando lo mismo. Cuando enseñas una forma de hacer algo a un alumno y se da cuenta de los sitios diferentes en los que puede desarrollarlo, entonces mi trabajo está hecho y esa forma de compartir también es muy especial.

- ¿Qué procura enseñar siempre?

-Hay un mensaje filosófico muy importante en el piano que es diferente a cualquier otro instrumento. Los instrumentos de una orquesta se complementan, varias personas se coordinan para hacer algo juntos y eso es un mensaje muy importante para la sociedad y para la filosofía, pero por el otro lado es importante que un individuo no esté limitado a hacer una sola cosa. Y eso es lo que el piano hace. Por otra parte, la posibilidad de hacer varias cosas y combinarlas con gente que hace una sola es algo muy interesante sobre el ser humano.

- ¿Algún concierto que le dejara especial huella?

-Uno en París con un programa muy difícil de ejecutar, todo de Porkofiev. Al terminar se me acercó una persona que resultó ser su hijo Oleg, para decirme que le habían convencido para ir, aunque estaba harto de escuchar tocar composiciones de su padre, y le había maravillado. Unos años después coincidí con el hijo de este y me habló de la emoción con la que su padre había vuelto a casa tras mi concierto. Conocer a la familia de Prokofiev fue increíble.

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