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El bonsái de texu, de los más cotizados en el mercado negro, alertan los expertos

Los especialistas denuncian la existencia de "mercenarios" que acaban con los árboles tratando de sacarles beneficio | Para llevarse un ejemplar del monte es necesario obtener un permiso específico de la Consejería de Medio Ambiente

El texu en recuperación en el Botánico. JUAN PLAZA

Los aficionados al arte de cultivar y dar forma a los bonsáis lanzan una advertencia. "Quienes maltratan a los árboles son unos mercenarios; nosotros hacemos las cosas de otra forma completamente diferente". El mensaje lo articula Feliciano (Fino) González, presidente del Club Bonsái Gijón, una entidad que aglutina a una decena de aficionados a un arte milenario, nacido en Asia, y que como los especialistas defienden, se basa en el respeto al árbol y la paciencia para obtener los resultados deseados.

Por eso, episodios como el del texu que el Jardín Botánico trata de recuperar tras ser talado de forma salvaje durante mucho tiempo sólo causan estupor e indignación entre quienes "sí sabemos lo que hacemos", recalca Fino González, antes de denunciar un creciente tráfico de bonsáis, especialmente de texu asturiano. "Se trata de una especie protegida, muy diferente a otros tejos de otras regiones, por la que se puede llegar a pedir casi lo que se quiera en forma de bonsái, de 2.000 euros hacia adelante sin problema".

Por eso, en los últimos tiempos parece haber repuntado el número de casos en los que los árboles son arrancados de la montaña de forma ilegal, con el objetivo de conseguir un bonsái en poco tiempo y sin seguir los pasos establecidos. Porque, tal y como señala Fino González, lo primero de todo es "pedir permiso al Principado para sacar el árbol de la naturaleza". Así, los aficionados al bonsái localizan los ejemplares que les interesa recuperar del monte, los señalan a los responsables de Medio Ambiente y obtienen el permiso pertinente para ello.

Suelen ser árboles "que no se encuentran en el lugar más idóneo para su crecimiento, o que creemos que pueden llegar a tener dificultades en el futuro", indica el presidente del Club. Una vez localizado y con el permiso de Medio Ambiente, "se mide su altura y se marca una circunferencia equivalente alrededor del árbol, para sacarlo con la mayor cantidad posible de raíz", explica González. Además, el traslado de los ejemplares desde el monte ha de hacerse con garantías, "en telas o sacos adecuados para no dañar la raíz, y con un pulverizador para que las raíces siempre permanezcan húmedas hasta el momento en que se vuelva a plantar". Además, por cada árbol que se saca del monte "hay que plantar otro como mínimo", recuerdan quienes practican el bonsái.

El tráfico de árboles "es más abundante de lo que parece", afirma Fino González, quien denuncia este tipo de actividades porque "no tienen nada que ver con el arte del bonsái; las cosas se pueden hacer y se pueden hacer bien, sin dañar el árbol y sin lucrarse. Quienes practicamos el bonsaísmo lo hacemos para nuestro uso y disfrute, no para vender los árboles".

Otra de las opciones es la de "comprar el bonsái en un vivero", si lo que se busca es tener el árbol con el tamaño adecuado sin necesidad de esperar años para darle forma. Porque bonsái se considera a aquel ejemplar que tiene más de 30 años y no crece más de 1,80, aunque lo común es que midan mucho menos. Para ello, los expertos aplican podas y productos que evitan el crecimiento del árbol, y que incluso envejecen su aspecto. "Pero ha de hacerse con conocimiento, y siempre tras haber obtenido el permiso para sacar el árbol de la naturaleza", recuerdan. Es tal la afición de algunos que, de forma legal, "llegan a pagar un sueldo a alguien para que les busque árboles en el monte para crear bonsáis", asegura González.

El Jardín Botánico trata de salvar desde hace unos meses un ejemplar de texu que fue extraído de manera ilegal de los Puertos de Agüeria, entre Quirós y Teverga, después de ser sometido a podas agresivas que casi acabaron con el árbol. Apenas sin raíz, el espécimen lucha por sobrevivir sin mucha expectativa de éxito. "Eso es ser mercenario, una barbaridad", sentencia Fino González.

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