De las tres piezas gijonesas que se quieren inventariar, sólo una está en una exposición pública. Es la lápida propiedad de los herederos de Dolores Sala, de la que los expertos dicen que es "un ejemplo típico de lápida con una dedicación a Júpiter, la divinidad de más alto rango en la religión romana". Hace muchos años que sus dueños, sin perder sus derechos, la depositaron en el Ayuntamiento para su exposición y formó parte de los fondos de la Casa Natal de Jovellanos hasta la creación de los museos arqueológicos locales, que propició que se llevara para su exposición permanente a Veranes. En el caso del Ara dedicada a la diosa Fortuna -la diosa del destino, de la prosperidad y la felicidad que los romanos veneraban bajo diversas apelaciones-, fue hallada en la fuente del Mortero y se considera que da testimonio de la historia antigua de la ciudad, en concreto de su pasado balneario. Formó parte de unos baños romanos descritos por Julio Somoza. El altar se exhibió en la exposición "Astures", también en la Farmacia Castillo de la Calle Corrida -ya que es propiedad de la familia de Justo del Castillo-, y hace años que se dice que está a la venta.

La lápida de la colección Manzanares es una "joya" para los entendidos. "Singular, a muerte", apuntan. Está dedicada al emperador Augusto en el año 9-10 después de Cristo y tiene la particularidad de que se practicó en ella la "damnatio memoriae" (la condena de la memoria) con el dedicante, que unos autores creen que fue Cneo Calpurion Piso, gobernador tarraconense, y otros Lucio Sestio, con lo cual "esta sería una de las tres aras sestianas, a las que alude Pomponio Mela en un conocido texto donde recoge su existencia en Noega, que sería Gijón", señalan los expertos.