"El caso de María Luisa es un claro ejemplo del fracaso del sistema". La valoración final hecha ayer en el juicio por parte del ministerio fiscal fue una llamada a la reflexión. María Luisa L. G. saltó por la ventana de su casa a los 57 años después de sufrir supuestamente las coacciones y el maltrato por parte de su hijo. "Acudió en reiteradas ocasiones a la Policía, también a los servicios sociales y estuvo ingresada en el hospital", enumeró la Fiscal durante la vista oral para zanjar la responsabilidad colectiva con un claro y conciso mensaje: "pidió ayuda y nadie se la dio".

Ninguna de las medidas evitó el fatal desenlace que sufrió María Luisa L. G.. Contra ella pesaban, según la Fiscalía, las palabras de su hijo que aseguraba a los vecinos que su madre estaba loca y a tratamiento psiquiátrico desde hacía años. Este extremo, atestiguado durante la sesión por las declaraciones de otros familiares que confirmaron la ingesta de antidepresivos, lo analizó también el ministerio fiscal que aseguró que no producían en la mujer fallecida "ningún trastorno psicótico que le impidiera ser consciente de lo que sucedía". La propia Fiscalía ve en su muerte una relación directa con el maltrato y coacciones por parte de su hijo. "El día 12 de enero fue con ella al banco y la dejó con un saldo negativo de 380 euros y la mujer se dio cuenta que no podía pagar la comunidad, ni su comida, ni a otras facturas por lo que, a la mañana siguiente, se tiró por la ventana; esto es desolador", reflexionó la fiscal del caso.