Aislado de todo el trajín e incesante movimiento urbano, en un rincón del parque de Los Pericones durante todo el verano ha habido concurridas sesiones de yoga. De hecho, esta actividad es ya cotidiana en el calendario veraniego de actividades deportiva al aire libre en Gijón. Entre el murmullo de las hojas contra el viento, el piar de algunos pájaros y el ladrido de unos cuantos perros, los asistentes dan paso a la postura de "Saludo al sol", tras haber realizado "la rutina de calentamiento articular", tal como explica Emma Vega, la profesora que tutela el trabajo.

Esta disciplina hinduista y budista que tan en boga desde hace años en Occidente ha resultado ser para muchos un tipo de medicina alternativa. "Mi médico me recomendó probarlo después de salir de mi operación de médula", cuenta Sissi Acebal Fernández, una aficionada que ha sustituido con el yoga "casi la mitad de la medicación habitual, porque encuentro mejores resultados". También ha cambiado derivados de la morfina por los movimientos asanas, debido a que "a nivel espiritual me ha ayudado a calmar el nerviosismo y la ansiedad", confiesa ante el escepticismo de muchos cuando cuenta su experiencia. "La mayoría de la gente no concibe que realmente sane, pero yo sigo recomendándoselo a todo el mundo", sentencia Acebal.

No muy lejos de los pájaros que sobrevuelan el parque, Ana Bandur, se siente un ave más. "Al salir de aquí, tengo la sensación de que puedo volar, me siento totalmente liberada en cuerpo y mente", cuenta mientras gesticula relajando sus brazos. Paz y remanso, objetivos son de este movimiento, en el que se trata de alcanzar el estado de meditación y relajación total para combatir el cada vez más habitual estrés de la vida moderna. "Se trata de dejar la mente en blanco, concentrarte en los pasos y consejos del instructor, para conseguir la máxima relajación", argumenta Vega. Sobre las esterillas y descalzados los participantes realizan los últimos estiramientos mientras la instructora les invita a un paseo sensorial por un bosque imaginario que pretende asemejarse al entorno de los Pericones. "Por cada paso que vas dando, tu cuerpo se va relajando un poco más?", susurra la instructora a sus alumnos mientras "meditan", para entrar en contacto con los elementos naturales que les rodean. Acto seguido, una vez incorporados y cruzados de piernas, despiden la jornada con el característico sonido del universo "OM".

A esta práctica se suma también el tan de moda movimiento taichí, el arte marcial milenario que pretende "bajar los decibelios del ritmo de vida actual", para "enseñarnos a escuchar a nuestro cuerpo", como señala Juan Carlos Santos Álvarez, el instructor que cada martes y jueves del verano ha venido enseñando "sólo una pequeña parte de este arte" en la explanada del Acuario. Destaca Santos la fidelidad de su público: "nos hemos mantenido en torno a uno 70 personas durante todo el verano, casi siempre los mismos".

Una técnica milenaria, el taichí, cuyos posturas y movimientos ejercitan el control corporal y ayudan a tratar afecciones del sistema circulatorio y la presión arterial, o el asma.

No muy lejos, sobre la arena y frente al mar, una multitud ha venido practicando pilates los lunes, miércoles y viernes en la playa de Poniente. "Salvo los días de mal tiempo, hemos mantenido la misma cuota de afluencia durante todo el verano", expone Noelia Rodríguez, la monitora. La profesional recomienda sobre todo realizar pilates para problemas de espalda, uno de los dolores más tratados con esta especialidad puesto que ayuda "al control postural y mejora la elasticidad". Además de "prevenir lesiones, algo muy habitual en deportistas", ejemplifica Rodríguez.

Este verano, que ya se marcha, no ha habido excusa, por tanto, para quedarse en casa. Nada mejor y más sano que realizar actividades adaptadas a todo el público y en lugares al aire libre. "Es mucho más fácil hacer abdominales u otro esfuerzo cuando tienes de fondo el mar, porque relaja", sentencia Luz Rodríguez.