Un joven gijonés de 28 años, acusado por agredir sexualmente a una mujer diez años mayor que él, aseguró ayer ante el juez que las relaciones sexuales mantenidas entre ambos fueron consentidas y "como agradecimiento por la ayuda" que él le había dispensado esa noche que ella estaba ebria. Un extremo desmentido por su supuesta víctima, que reiteró que el procesado se acercó a ella cuando estaba sola y que la había llevado a su casa en un taxi. Luego la subió en hombros al domicilio y que allí había sido forzada a mantener relaciones sexuales -según la Fiscalía la penetró dos veces por vía vaginal y una más por vía bucal- sin su consentimiento.

La vista oral se celebró ayer a puerta cerrada en la sección octava de la Audiencia Provincial. Allí, el acusado reconoció que "se había encontrado con la mujer" en la madrugada del 16 de agosto de 2016, en las inmediaciones de un bar en la calle Marqués de San Esteban, cuando ella estaba en total estado de ebriedad. El joven reconoció también que se la llevó a casa "porque ella se lo pidió" y que "la desnudó y tiró en la cama sólo para que descansase".

Continuó su versión de los hechos asegurando que tres horas más tarde, poco antes de irse a trabajar, "ella prestó pleno consentimiento para mantener relaciones sexuales como modo de agradecimiento por la ayuda que le había dado", aseguró el procesado, con antecedentes por lesiones y en libertad provisional a la espera de sentencia por estos hechos.

La supuesta víctima de abusos, que declaró tras un biombo para evitar contacto visual con el acusado, argumentó todo lo contrario. Según su abogado, Ricardo González Fernández, ella relató en la sala que el día de los hechos "comenzó a sentirse mal repentinamente" debido a que le habían echado alguna sustancia estupefaciente en su bebida. "En la analítica de orina que le practicaron se detectó que en ese periodo de tiempo pudo haber realizado un consumo de varias sustancias", explicó el letrado a la salida de la vista.

Las pruebas forenses observaron una equimosis en el brazo. Unas marcas "compatibles con que la manipulara durante el mantenimiento de las relaciones sexuales de una manera no participativa de ambos", añadió el abogado. Además, los psicólogos forenses tampoco mostraron dudas de la veracidad del testimonio de la joven por la forma estructurada del relato, la ausencia de beneficio secundario, la persistencia en sus declaraciones y la afectación psicológica que apreciaron al relatarlo, un aspecto éste último "que no era simulado".

El joven de 28 años afronta el cargo de un delito continuado de abusos sexuales por el que la Fiscalía le pide siete años y medio de prisión y alejamiento a más de 200 metros durante ocho años de su víctima así como una indemnización de 6.000 euros. La acusación particular elevó la petición a nueve años de cárcel mientras que la defensa solicitó su libre absolución. No obstante, y como medida subsidiaria en caso de que la sentencia sea condenatoria, requirió que la pena no excediese de los cuatro años. El juicio quedó visto para sentencia.