Como profesional, muchas veces cuando hablo de este tema, me siento como si estuviera echando un sermón o una reprimenda después del verano, pero mi obligación es informar de los riesgos que tiene el sol y de sus consecuencias negativas sobre la piel. Es la cara oscura de la luz solar: deshidratación, arrugas (el 80% de las arrugas que tenemos son fotoenvejecimiento), empeoramiento del acné, rojeces, alergia solar, manchas nuevas o intensificación de las existentes, quemaduras y cáncer de piel.

Por ello, es justo después del verano cuando se debe hacer un balance del estado de la piel. Debemos analizar los valores de hidratación, el sebo en las distintas áreas del rostro, la grasa más interna, la profundidad de las arrugas, la sensibilidad y las hiperpigmentaciones. De esta forma vemos las necesidades de cada persona y podemos decidir cómo cubrirlas. También es ideal hacer un "reajuste" de la cosmética de domicilio porque una rutina diaria de cuidados correcta es clave para alcanzar la máxima belleza y salud de la piel.

El primer paso para recuperar la salud de nuestra piel

Sin duda, el primer paso después del verano, es realizarse una buena higiene facial. La limpieza siempre es el primer paso antes de cualquier tratamiento de belleza. En el caso concreto de las pieles grasas, en verano, el sol, el mar, el calor, parece que mejoran aparentemente este tipo de pieles, pero en el fondo no es así. El salitre seca la piel y la respuesta de la piel al sol es engrosarse, con lo cual, no desaparecen los granos, sino que quedan ocultos. También el uso repetido y frecuente de protectores solares que no han sido bien prescritos satura mucho la piel.

El segundo paso que recomiendo es realizar un peeling unos 15 o 30 días después de la limpieza profesional, y los resultados que conseguimos en la casi totalidad de los casos es espectacular.

Primero la higiene profunda y después el peeling. Esto se debe a que contrariamente a lo que se cree un peeling no es suficiente para liberar la piel de impurezas. Por eso es tan importante dejarse asesorar ya que cada caso es distinto, y por mucho que hayamos leído o nos hayan contado, detrás de cada piel hay necesidades concretas y diferentes.

Para saber qué tipo de peeling o exfoliciación debemos escoger, lo primero es determinar qué es lo que queremos tratar: manchas, luminosidad, envejecimiento, deshidratación, sebo... y ver el tipo de piel, si es fina, gruesa, sensible... Afortunadamente a día de hoy tenemos opciones para todos los casos, con un gran abanico de peelings químicos y magníficos peelings vegetales. También depende del estilo de vida de cada persona, pues hay personas que quizá no puedan o no quieran pasar por un proceso de pelado intenso, por ejemplo.

Con la ausencia del sol también es buen momento para hablar de depilación

Después del verano también es el momento perfecto para tratar este tema, sobre todo cuando hablamos de depilación mediante láser o luz pulsada intensa. Como especialista en depilación, es mi deber buscar la solución más efectiva para cada caso y, en el caso de la depilación facial, es muy importante contar con todos los medios necesarios para abordarla y dar las pautas necesarias para que el tratamiento tenga éxito. En este tema, como en muchos otros relacionados con la belleza, conviene desconfiar de las promesas milagrosas. Ningún láser es capaz de acabar con el 100% del vello facial de forma definitiva. En el caso del rostro, hay muchos pelos potencialmente activables a lo largo del tiempo, por lo que emplear además depilación eléctrica es imprescindible.

En el caso de este tipo de depilación, solemos inmediatamente asociarla a "dolor", pero todo evoluciona y hoy contamos con sistemas que apenas producen molestias. Como profesional y especialista, ofrezco todas las soluciones en este tipo de depilación ya que asesorar es clave en la depilación facial, pues hay pelos que no reúnen las características de grosor y pigmentación necesarias para absorber la energía de la luz del láser.

Por último, otro tema que se debe tratar después del verano son las manchas. Una vez que aparecen, lo primero que debemos saber es si el "problema" es meramente estético; de ser así, decidimos qué tratamientos serán necesarios. Mascarillas despigmentantes, fototerapia, peelings, terapia LED, cosméticos específicos... cada caso requiere su tratamiento.

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