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DANI MARTÍN | PORTERO DEL SPORTING

La gran estirada del Guaje

Dani Martín, internacional en todas las categorías, impresiona a El Molinón en su debut en Copa y aspira a heredar el legado de Ablanedo

La gran estirada del Guaje

El balón ha sido la luz que ha guiado sus pasos desde antes incluso de su nacimiento. Y también, el amor por Gijón y por el Sporting, que heredó de sus padres, Miguel y Damaris (orgullosos vecinos del Cerillero), quienes se desplazaron con urgencia desde Portugal para que su primogénito naciese en Cabueñes. Y ésa fue quizá la última gran decisión que tomaron estos progenitores en la carrera de su hijo, al que siempre han asesorado y apoyado, pero al que han permitido elegir su camino en el fútbol. Así sucedió cuando decidió que finalmente jugaría de portero, tras alternar esta posición con la de centrocampista hasta la categoría alevín, cuando escogió aceptar la llamada del Sporting e incorporarse a Mareo y desoír los cantos de sirena que llegaron con fuerza desde Madrid y Villarreal. Daniel Martín Fernández (Gijón, 8-7-98) está donde él ha querido estar.

Aunque se le veía venir desde hace años, fue el pasado martes cuando dio la gran estirada final. Su debut con el primer equipo fue el picante que alegró una insulsa eliminatoria de Copa ante el Numancia. Dani desplegó el repertorio de paradas que lleva años practicando en las categorías inferiores del Sporting y de la selección española. Los habituales del fútbol base, que llevaban tiempo reclamando ese momento, no se sorprendieron. Para el gran público fue una auténtica revelación y casi una decepción su suplencia ante el Lorca.

El exponente más destacado de la prometedora generación del 98 que ya asoma al primer equipo del Sporting, pudo muy bien haber sido portugués, donde su padre jugaba en la Segunda categoría de la liga Sagres. Los primeros años de su vida estuvieron marcados por la carrera deportiva de Miguel, quien llegó a jugar en el Sporting B, Palencia, Avilés, Caudal y Portugal. Dani no llegó a vivir en el país luso, pero la familia sí acompañó al padre en las siguientes aventuras en Cáceres y en Canarias, en el Playas Jandía (donde coincidió con Rubén Uría) y en el Lanzarote.

Durante siete años residió en las islas afortunadas. Y allí fue donde dio sus primeras patadas al balón en una escuela de fútbol. A pesar de nacer en julio, Dani siempre fue un niño grande para su edad. En canarias, los pequeños juegan a fútbol 8 y Dani alternaba el centro del campo con la portería, dos amores muy distintos. Cuentan que fue entonces, con sólo 6 años, cuando por primera vez alguien les dijo que el niño tenía que ser portero. Fue Marino Bacallado, exportero de Tenerife y Lanzarote, excompañero de su padre y entrenador en la Escuela de Fútbol en la que Dani tomaba contacto con el balón. "El chico para mucho, tiene algo innato, debería seguir bajo palos", pronosticó, con un acierto impresionante.

La familia se lo tomó como una anécdota y Dani seguía usando el cerebro en el centro del campo. Cuentan que era un niño grande, que iba bien de cabeza y pegaba muy fuerte al balón. Más que suficiente a esa edad. Fue también en Canarias cuando el pequeño vivió una experiencia traumática que pudo cambiar su suerte. El equipo en el que jugaba no era de los más fuertes de Lanzarote y, en una ocasión, a Dani le metieron ocho goles. Ese día decidió que nunca más sería portero.

Y mantuvo su palabra durante un tiempo. Ya de vuelta en Asturias, Dani se incorporó al Veriña. Era benjamín y nunca había jugado en pista, por lo que lo pasó mal. El segundo año, ya el primero de alevín, con el paso a campo volvió a lucir y alternaba la posición de central y el medio del campo. Hasta que el destino le hizo un guiño. El Veriña sólo tenía un portero que se puso enfermo y Dani aceptó volver a ponerse bajo palos. Como el chico tiene un don, las paró casi todas y empezó la presión para mantenerlo en la portería.

El segundo año de infantil, con toda la equipación comprada, Dani comentó en casa que no se veía de portero. Hubo una cumbre y recibió el consejo paterno de que parecía lo que mejor se le daba. El chico, siempre atento a las indicaciones de su familia, decidió probar suerte. Al final de ese año le llegaron ofertas del Sporting y del Real Madrid. Aunque el primero en contactarlo fue Jorge Sariego, entonces en el Avilés. Parece que el chico, de sólo 14 años, había tomado la decisión correcta.

Dani Martín estuvo tres días en Valdebebas entrenándose con el cadete blanco. El portero titular era Luca Zidane y el entrenador Solari. También estuvo Christian Joel, aunque con el equipo un año menor. Dani lo bordó en esos días, en los que jugaron un partido con la selección de Qatar. El Madrid no tenía entonces residencia, y Miguel y Damaris se negaron a dejar al niño volar solo y a mudarse a la capital, la otra opción que les planteó el club blanco.

De nuevo, el guaje tuvo que tomar una decisión clave. A pesar de que su padre parecía partidario de curtirse un poco más en el Veriña, Dani Martín decidió incorporarse al Sporting. El guaje acertó de nuevo. Calleja aprovechó el diamante que se le confió y el crecimiento de Dani fue bestial. En Mareo hay dos técnicos que tienen mucha culpa del portero que es Dani Martín hoy. Uno es Calleja, un entrenador exigente que siempre le supo motivar, y el otro, Jorge Sariego, quien no pudo llevárselo al Avilés pero disfrutó de él en Mareo.

Para colmo, Dani se incorporó en el Sporting a un equipo que abusaba. Junto con Manu García (hoy en el Roda cedido por el Manchester City), Nacho Méndez, Pelayo Suárez, Bertín o Isma Aizpiri, los guajes lo llevaban de calle. Posteriormente, se sumarían a esta plantilla Pedro Díaz y Mateo Arellano. Todos a las órdenes de Felipe Vega-Arango. En esa época llegó también la primera llamada la selección. Albert Celades supo de un chico que jugaba en el División de Honor del Sporting siendo cadete y quiso verlo de cerca. Dani siempre ha sabido digerir el éxito con una madurez impropia de su edad, pero es cierto que la experiencia en Las Rozas le impresionó. Allí coincidió con los mejores de España y se le abrió la puerta al escaparate internacional.

Ahí sí tuvo que intervenir su familia. Miguel y Damaris establecieron un dique en torno al guaje para protegerlo de agentes, ojeadores y patrocinios. De su época como futbolista, Miguel conservaba buenas amistades y alguien le recomendó a Pepe Mesas, quien hoy sigue siendo su representante. También las grandes firmas deportivas pujaron por patrocinarlo. El "Gatu" al agua se lo llevó Nike.

Fuera del fútbol, en la vida de Dani hay más fútbol. Es un apasionado del deporte, del que dicen que se lo sabe todo. Y dedica mucho de su escaso tiempo libre a ver partidos. Su ídolo es el portero del Bayern Munich Manuel Neuer. De vuelta a La Calzada estudió en el colegio Primo de Rivera (hoy Príncipe de Asturias) y en el Instituto Feijoo, con el que tiene alguna cuenta pendiente que espera saldar. Es un apasionado de la música electrónica, principalmente de un primo suyo que es DJ en Ibiza. El fútbol apenas le deja tiempo para salir y disfruta con una pandilla "muy guapa" de amigos que ha ido haciendo por los campos de fútbol. Pero su gran pasión es su hermana pequeña Olaya, que el viernes celebró su undécimo cumpleaños.

En el segundo año de juvenil, el Villarreal apretó con todo y le trasladó al Sporting una oferta para llevarse al chico. El asunto llegó a manos del máximo accionistas Javier Fernández, quien, tras consultar con los técnicos, rechazó la propuesta y activó los mecanismos para retener al guaje. Dani fue incluido de inmediato en el programa de becas del club. Tras su estelar actuación en la Copa, el Sporting, que ya negociaba su renovación, activó una cláusula de su contrato que lo blinda y mejora las condiciones del futbolista.

El sportinguismo ya le ha señalado como el portero del futuro, el gran heredero de Juan Carlos Ablanedo. Dani Martín se sorprende al verse en las portadas de los periódicos y confiesa sin rubor que le apetecía cantar el himno cuando saltó al césped de El Molinón. Paco Herrera quiere dosificar las apariciones del guaje, ya sea para que vaya madurar el fruto a fuego lento o para no exhibirlo demasiado a las miradas tentadoras.

Tras su efervescente aparición en el primer equipo, Dani volverá a jugar con el filial. Allí le esperan muchos de sus amigos para seguir impresionando en el fútbol de bronce. El Sporting está cocinando una hornada que deja buen olorín, aunque Manu García, uno de los mayores talentos, ya haya dejado el nido. Dicen los cercanos a Dani Martín que es capaz de teñir de normalidad la fama. "Lo que tiene que hacer un portero es parar las que pueda y no meter las que van fuera", resumió tras impresionar al sportinguismo. El nuevo "Gatu" del Sporting ha echado a volar y llegará donde él decida llegar.

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