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Gijón en el retrovisor

Fernández-Miranda logró restablecer el título de "Príncipe de Asturias"

Felipe González y sus amigos, expulsados de la sidrería Villaviciosa porque "tenían pinta de piojosos, con barbas y pantalones cortos"

Histórico homenaje en Covadonga al Príncipe Felipe en octubre de 1976.

La alborada de las libertades para le recuperación de los derechos de la ciudadanía se inició gracias a Adolfo Suárez cuando convocó un referéndum el 15 de diciembre de 1976 para que los españoles aprobásemos la Reforma Política. En los soportales de la plaza Mayor me encontré con el radiofonista Tomás Montero Entrialgo quien, sin preguntarle, me confesó que él había votado que no. Solamente un 2,6% de los españoles estaban de acuerdo con sus tesis inmovilistas. Yo le dije que, por supuesto, en mi primera oportunidad de acudir a las urnas había votado que sí. El final de las Cortes franquistas fue ideado genialmente por Torcuato Fernández-Miranda, con la aprobación de la Ley de Reforma Política con quinientos treinta y un procuradores a favor y solamente cincuenta y nueve en contra. Era el principio de la democracia en España. Ahora que algunos hablan de la memoria histórica cuando ni siquiera la vivieron deberían de aprender de lo que todos hicieron desde planteamientos políticos muy diferentes. Pero en aquellos tiempos sí se hizo la auténtica transición política.

Torcuato movió los hilos para la recuperación del título de "Príncipe de Asturias". Además de preocuparse por la transición política, Torcuato Fernández-Miranda movió los hilos para que el rey Juan Carlos no se olvidase de la recuperación del título de "Príncipe de Asturias" como heredero de la Corona, cuyo origen se remonta al año 1388 cuando don Juan I de Castilla instituyó el Principado de Asturias y nombró heredero a su hijo Enrique III de Castilla, quien vencería al rebelde Alfonso Enríquez y destrozaría su escudo en la torre de los Álvarez de Asturias en Trubia (Cenero).

Así, en octubre de 1976, se celebró un emotivo homenaje a Felipe de Borbón en Covadonga, en presencia, claro, de Torcuato Fernández-Miranda y de Sabino Fernández Campo, quien aquel mismo día había sido nombrado secretario general de la Casa Real. Cuando el Rey me saludó osé sugerirle que para la consolidación de la democracia era necesaria la legalización del Partido Comunista. Sabino Fernández Campo esbozó entonces una maquiavélica sonrisa con su habitual cara de Buster Keaton.

La DSA optó por integrarse en el PSPA. En la reunión en "Los Porreos", la casa solariega de Ramón Cavanilles Navia-Osorio, en Villaviciosa, paseando por el jardín Arturo Gutiérrez de Terán advirtió a Miguel Boyer que su discurso no era marxista, a lo que el economista replicó que él no era marxista. Ése fue el motivo por el que se desechó la alternativa para integrarse la "DSA" en el PSOE y se optó por unirse al PSPA de Enrique Tierno Galván.

Otro de los discretos lugares de reunión fue la casa solariega que Sergio Morán de la Huerta tenía en el pueblo pìloñés de Coya, camino de Infiesto. La DSA ya estaba formada por una veintena de personas y Pedro de Silva pasó lista a la veintena de asistentes y justificó las ausencias. Una de sus propuestas fue establecer una cuota, lo que aceptamos todos, aunque Ramón Cavanilles pidió autorización para seguir siendo miembro de la Junta Democrática. Aquel día de una gran nevada, Ramón Fernández-Rañada -con un zapato negro y otro marrón- se despidió cordialmente de nosotros ya que quería integrarse como independiente en la Junta Democrática. Al poco tiempo sería designado por Antonio García-Trevijano presidente de la Junta Democrática en Asturias.

Aquellos fueron los auténticos inicios de la DSA y los primeros pasos políticos que Pedro de Silva iba marcando se dirigían hacia la captación de relevantes profesionales en todas las áreas. El gremio arquitectónico estaba representado, además de por Arturo Gutiérrez de Terán, por Gerardo Fernández-Bustillo -al que recuerdo frotándose las manos imaginándose lo bien que le iba a ir cuando llegaran los suyos, como así fue- Ramón Palat y Ángel Mayor -conocidos en sus inicios profesionales como "firmones" de los proyectos de Enrique Alvarez-Sala cuando le aplicaron la exclusividad en el Ayuntamiento de Gijón-; mientras que por el sector médico estaba Marcelo Palacios -tras fracasar en sus expectativas de ser presidente del Club de Tenis a causa de no estar casado, tal como le advirtió previamente el sarcástico abogado Félix Margolles- a quien Pedro le Silva le encargó que redactara unos estatutos y se presentó con una copia de los del Grupo Covadonga como punto de partida. También estaban ya en la DSA Jesús Cadavieco, Minervino de la Rasilla, Javier Medina, José Girón Garrote? Mapi Felgueroso se incorporó mucho después, aunque su marido, Daniel Palacio -quien después de una controvertida trayectoria política, por entonces financiaba "Mundo Obrero" con los beneficios de la farmacia en la calle de Calvo Sotelo, por lo que hasta le pusieron una bomba que la destrozó totalmente- ya era uno de los relevantes militantes gijoneses en el Partido Comunista. Aunque los del Partido Comunista nos miraban de reojo y nos tildaban de burgueses, la verdad es que en aquellos tiempos éramos más que el PSOE, cuyos militantes gijoneses se puede decir que por entonces cabían en un taxi.

A Felipe González lo echaron de la sidrería Villaviciosa. Las sidrerías gijonesas fueron escenarios históricos para la resurrección del PSOE. En Casa El Mecheru, el entonces pintor de brocha gorda Marcelo García y Aladino Cordero convencieron a Felipe González para que se presentase al congreso de Suresnes del PSOE y así desbancar a Rodolfo Llopis. La genial Encarna Vega Costales me dio su visión -en una entrevista publicada en LA NUEVA ESPAÑA el 16 de marzo de 1995- de cómo eran en aquellos tiempos Felipe González y los compañeros andaluces. La historia ocurrió el 15 de agosto de 1976 en una de los chigres más cutres que conocí en Gijón, la sidrería Villaviciosa, al final de la calle del Marqués de Casa Valdés, al lado de la famosa casa de lenocinio de "La Catalana".

Así retrató Encarna a aquel Felipe González y sus hombres de confianza: "Nunca tan feu lu ví. Iba con pantalón corto, chineles y con unos pelos en les piernes que daben mieu. Y Guerra tenía unes pintes, con unes barbes pola cintura?. Un día de Begoña encargué una fabada para diecisiete en la sidrería Villaviciosa. Cuando llegamos un poco tarde por culpa mía, encontramos a Felipe, a Guerra, a Chaves, a Yáñez y a los demás esperándonos en la puerta. Nos dijeron que habían discutido porque no les dejaban sentarse en el comedor. Tratáronnos muy mal y cuando fuimos a protestar unos días después dijéronnos que tenían pinta de piojosos y de gitanos, con aquelles barbes y aquellos pantalones cortos?".

Detención del gijonés Santiago Carrillo con peluca. El 22 de diciembre de 1976, el dirigente del Partido Comunista Santiago Carrillo -que ya llevaba varios meses en España- fue detenido en Madrid, al salir de una reunión en el número 14 de la calle del padre Jesús Ordóñez. El gijonés -que ya tenía en su poder el certificado de nacimiento expedido por el Ayuntamiento- iba elegantemente vestido con un abrigo color canela y una peluca canosa para pasar desapercibido. Su detención motivó inmediatamente la concentración de millares de personas en el entorno de la puerta del Sol para exigir su liberación, lo que se produjo pocos días después, antes de la Nochevieja, lo que fue celebrado con gran alborozo. Algo más que un nuevo año iba a empezar.

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