La población joven gijonesa se encuentra "en serio riesgo de marginación social, económica, cultural y política". Y los que abandonan la ciudad lo hacen "por obligación, no por elección". Así se desprende del informe "La Situación social de la juventud gijonesa" presentado en la tarde de ayer en el Centro de Cultura Antiguo Instituto. La investigación, promovida por el Ayuntamiento de Gijón, y realizada por los sociólogos Stefano de Marco y Daniel Sorando, revela "datos sorprendentes y no demasiado positivos", en palabras del concejal de Juventud del Consistorio, Jesús Martínez Salvador.

Quizá el más llamativo sea la disminución creciente del número de personas de entre 15 y 29 años, desde el año 2013, con una bajada de casi diez puntos porcentuales y situándose en el 10% de la población local. Un descenso más acusado aún que en el total de España o Asturias. "La situación en España es mala; en Asturias es peor, y en Gijón aún peor", aseveró Daniel Sorando, autor del estudio. "El presente es malo pero el futuro que se plantea lo es aún peor". Así, analizaron cómo el 40% de los jóvenes que busca empleo no lo encuentra, aún cuando tienen "un potencial de incorporación al mercado laboral muy fuerte. El problema es que existe poco empleo para absorberlo".

En el año 2014, únicamente un 39% de los jóvenes de entre 25 y 29 años lograron emanciparse, "una precariedad que afecta a sus proyectos futuros", como el de formar familia.

Precisamente debido a esta tardía emancipación, el siguiente paso para adentrarse en la vida adulta, como es tener hijos, se retrasa aún más. De este modo, el índice sintético de natalidad se sitúa en Gijón en 0,99, cuando el necesario para garantizar la pervivencia poblacional es de 2,1.

La consecuencia directa es la formación de pirámides de población cada vez más insostenibles, con más población envejecida y menos juventud. "Cada vez hay más personas dependientes del producto social que generan las personas en edad de trabajar, pero a su vez estos son cada vez menos, por lo que la situación puede llegar a ser insostenible", resumió Sorando.

Esta investigación, que tenía por objeto conocer cómo es el tránsito a la vida adulta de una persona joven en Gijón, tuvo más de un año de duración y en ella "aprendimos a querer a esta ciudad", explicitaron los autores, quienes además de recopilar datos estadísticos "pusimos cara" a la problemática social juvenil de la ciudad, a través de una serie de grupos de trabajo con cuarenta jóvenes gijoneses que compartieron sus experiencias y preocupaciones.

"Estamos en la era de las incertidumbres", analizaron Sorando y de Marco, por lo que se antojaba ineludible la realización de un estudio a nivel municipal que explicase la situación social de la juventud, "un diagnóstico que permita la realización de unas mejores políticas de juventud en la ciudad", expusieron los sociólogos.

"Es más necesario que nunca dedicar tiempo, recursos, energía, a comprender lo que les pasa a los jóvenes, porque no es algo que les incumba solo a ellos, si no al total de la población", aseguró Sorando, quien apuntó que "Gijón es una ciudad muy apreciada por los jóvenes, los que se van lo hacen por obligación, no por elección".

Los autores realizaron igualmente una división de la ciudad de Gijón conforme a "comunidades socialmente homogéneas", para hacer ver cómo la posición social de los jóvenes infiere sobremanera en sus expectativas de futuro, tanto en las oportunidades que se les ofrecen para conseguirlas como en las propias expectativas que se forman. Así, la ciudad estaría dividida en "zonas aventajadas", situadas en el centro y este ; "zonas precarizadas", en barrios del sur como El Llano o Nuevo Gijón; y "zonas empobrecidas", predominantes en el oeste como pudiera ser La Calzada, Natahoyo o incluso Pumarín.