"El cabreo es como la electricidad, puede servir para mover el mundo o para que te electrocutes". Jaime Izquierdo, geólogo, teórico del desarrollo rural y ensayista, presentó ayer su libro "La gestión creativa del cabreo" junto al director de cine Tom Fernández y a Francisco García, director de LA NUEVA ESPAÑA de Gijón. "Se trata de una obra de reconciliación intelectual con mis enemigos. Es un libro artesanal, que nace del entorno, a raíz de un cabreo que tuve que ni me dejaba dormir. Igual que los pastores con la buena leche hacen queso, yo con la mala leche escribí un libro", ironizó.

Jaime Izquierdo, durante su intervención en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón, llevó a la actualidad la gestión del enfado. En primer lugar en el plano nacional. "Sería una maravilla que se canalizase toda esa energía del cabreo que hay entre España y Cataluña", indicó. Y poco después resaltó, traspasando fronteras, que "Trump es una oportunidad para el incremento del cabreo, es alguien supergeneroso porque todos los días nos altera, pero es algo que tenemos que saber aprovecharlo bien".

El autor del libro habló de su origen, de cómo se le encendió la bombilla en una reunión de expertos en el Valle de La Orotova para situar la línea argumental de su trabajo. Después analizó los tipos de cabreo que aborda en esta obra "de lectura fácil, pensada para los jóvenes" y también algunas de las conclusiones a las que ha llegado. "El cabreo es una energía renovable fundamental de la evolución de la humanidad".

Francisco García, director de LA NUEVA ESPAÑA de Gijón, resaltó sobre la idea que se transmite en el libro que "si todo esa energía de cabrearnos la dedicáramos al emprendimiento nos irían mucho mejor" y apuntó en tono de humor que el autor, del que es amigo desde hace años, que "existe una fuerza mayor que el cabreo como combustible para cambiar la sociedad: me refiero no al malhumor sino al humor; contra el enfado lo mejor es el desenfado".

Por su parte, Tom Fernández, que se refirió a Izquierdo como a Batman, "personaje cabreado que emplea su enfado para cambiar su ciudad", confía en que la próxima revolución "sea la de las mujeres" y lo argumentó diciendo que "tienen muchos más motivos para estar cabreadas con nosotros. Esperemos que ellas asuman el mando y descubramos entonces lo que nos hemos estamos perdiendo".