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RAMÓN LLUÍS BANDE | Cineasta y escritor

"Mi vuelta al Festival de Cine de Gijón subraya de manera explícita el apoyo al nuevo director"

"El nombramiento de Nacho Carballo fue un error que abocaba a la desaparición del certamen; se vio cinco años después"

Ramón Lluís Bande. MARCOS LEÓN

El escritor y cineasta gijonés Ramón Lluís Bande (1972) presenta hoy libro, "¡Templu, cabaña!" (Impronta), en La Buena Letra (20,00 horas). Y, además, competirá con dos películas en la próxima edición del Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX). Un esperado regreso.

- Dos libros en muy pocos meses. Empecemos por "Cuaderno del paisaje"...

-Es la traducción en papel del proyecto cinematográfico sobre la guerrilla republicana asturiana, con el que llevo varios años. Incluyo textos, testimonios, imágenes, apuntes o una recuperada colección de poemas de los Caxigales. He creído que se podía establecer otra relación con el lector y el espectador, además de plantear algún tipo de reflexión cinematográfica, literaria, política incluso.

-La guerrilla asturiana se ha convertido en un tema central de su obra. ¿Por qué el foco ahí?

-Era una historia que estaba sin contar y difícil de esconder: la resistencia durante quince años en el monte, la lucha armada contra el franquismo. Una historia que no nos llegaba o lo hacía de manera distorsionada. El asunto concreto que me llevó fue conocer a Manolín el de Llorío, el último guerrillero; compartió conmigo su experiencia, así que entendí que yo tenía una obligación ética de contar todo aquello.

- "¡Templu, cabaña!", su último libro, es ya otra cosa. ¿Qué significado tiene dentro de su obra?

-Un capítulo más de un tipo de escritura con la que disfruto desde que el cine me ocupa más tiempo: el fragmento que parte del diario personal, del recuento de lecturas o del cuaderno de viajes; una escritura de carácter misceláneo en la que me describo y me busco a través de la reflexión, a veces a través de trampantojos con otros textos o autores.

-Hay ahí una reflexión sobre las imágenes que enlaza muy bien con su cine. A propósito de Cartier-Bresson y Cézanne habla de la intuición, el azar y la estructura. ¿Es ése el trípode sobre el que se asienta su cine?

-Sí. Las historias nacen de una intuición, de una necesidad que no llega como algo aún reflexionado. Te pones a desarrollar esa intuición y no tienes más remedio que contar con el azar. Y lo que me preocupa fundamentalmente, tanto en el cine como en la escritura, es la estructura. Me siento muy seguro cuando construyo estructuras de hierro, porque sé que me da más libertad para moverme dentro. Cuando descubro esa estructura, sé que puede caber ya casi cualquier cosa; esa estructura sirve de aliada para saber cuáles son los pasos correctos y los que no.

-En el libro hay otra reflexión sobre el movimiento de cámara que me parece interesante. ¿Ese temor está ahí siempre?

-Sí, Godard ya dijo que un "travelling" era una cuestión moral, no estética. Yo llevaría esa idea a los movimientos de cámara y a los encuadres. Intento que en mis películas esté ese planteamiento ético. Si la cámara se mueve, ¿por qué se acerca y por qué se aleja? Son preguntas más de tipo ético que estético. El plano bello es el plano justo.

-El libro es un elogio, además, de la lentitud y de su necesidad...

-El mundo va muy rápido y es muy ruidoso. Defender la lentitud y el silencio es un planteamiento político frente a los tiempos que corren. No dedicamos ya tiempo, realmente, para reflexionar sobre lo que estamos viendo. En un momento de situación política tan complicada como la que vivimos, yo haría llamadas al silencio, a que se calle todo, porque con tanto ruido es imposible reflexionar.

- "Cuaderno del paisaje" está escrito en castellano, mientras que "¡Templu, cabaña!" lo está en asturiano. ¿Por qué?

-Tenemos la suerte de ser bilingües. La idea es que "Cuaderno del paisaje" fuera una publicación estatal, dentro de una colección de cine con un catálogo responsable. La editorial Shangrila se interesó por el libro y el planteamiento ya fue ese. Quería que el libro llegara a un tipo de público que no está sólo en Asturias. "¡Templu, cabaña!" continúa mi camino como escritor en asturiano, que no quita para que el libro pueda salir más adelante en castellano. Tengo un compromiso con el asturiano, que mantendré porque no quiero perder esa lengua, pero eso no implica que no quiera tener lectores en otras lenguas.

-Vuelve al Festival de Cine de Gijón después de algunos años sin participar. ¿Por qué esa decisión?

-La situación extraña era la otra. Siempre he dicho que "Equí y n'otru tiempu", "El nome de los árboles" o "Vida vaquera", mis películas en estos años de exilio, deberían verse primero en Asturias; interpelan directamente a los asturianos, sin que ello les quite voluntad universal, que tienen. A lo largo de los últimos cinco años vi que ese diálogo no se podía producir.

-¿No participar en el festival gijonés fue decisión suya o de los anteriores responsables del certamen?

-Hubo una decisión previa mía, pero creo que a la anterior dirección no le molestó. Ya he comentado que no me gustó la destitución de José Luis (Cienfuegos, al frente de la dirección del FICX), ni el fondo ni la forma. Y me pareció más errónea todavía la decisión de nombrar a Nacho Carballo como nuevo director. Unos cuantos avisamos que así se abocaba al festival a su desaparición, como se vio cinco años después. La realidad nos dio la razón. Ahora era el momento de volver porque es el festival de mi ciudad y el lugar natural para estrenar mis películas. Con Alejandro Díaz (Castaño) al frente sé que mis películas se van a respetar y que podrán dialogar con otras, lo que antes era imposible por el bajo nivel de la programación que había. Mi vuelta quiere subrayar de manera explícita mi apoyo a la llegada de este nuevo director.

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