La escuela de educación infantil San Eutiquio se convirtió ayer en un mercadillo en el que los más pequeños pusieron a la venta los productos que ellos mismos cultivaron en el huerto escolar. Fue una actividad más de un largo proceso que empieza cuando los alumnos plantan las frutas y hortalizas y finaliza cuando elaboran, junto a sus familias, un postre que es degustado por la comunidad escolar en una romería celebrada en el propio centro.

Charo Estrada, directora del colegio, explicó que el primer paso es plantar los productos en los meses de mayo y junio: "Además, también tienen que regar y quitar las malas hierbas que van creciendo", añadió. El objetivo del proyecto es que los niños "aprendan a cultivar y a mantener su propio huerto". Una vez que pasa el verano y llega el siguiente curso tienen que recolectar lo plantado para después vender los productos a las familias. Sin embargo, este no es un mercado al uso: el dinero no existe. "Se compra a través del trueque. Los padres entregan simbólicamente un objeto como libretas, cuentos, pegatinas o pinturas", señaló Estrada.

El pequeño Miguel Crespo es uno de los que ayer cambió libros y libretas por frutas y hortalizas. "Hemos vendido un montón de cosas, sobre todo lechugas y tomates", manifestaba. Lo que más le gusta de estar detrás del mostrador es "enseñar los productos para que los padres se los lleven", apuntaba. Junto a él despachaba a los improvisados clientes Ainhoa Giraldo, que se mostraba "muy contenta" de poder participar en este tipo de proyectos porque "son como un juego".

Después llega el turno de las familias , cuyo cometido es elaborar un postre con los productos que han adquirido. "El lunes vuelven al cole, traen lo que han cocinado y hacemos una romería en la que merendamos y bailamos con música asturiana", manifestó Charo Estrada.

Las familias se mostraron muy participativas a la hora de comprar los productos. "Mi marido y yo ya hemos comprado puerros, manzanas y lechugas", reconocía María José Triver, a quien la iniciativa le parece "estupenda, ya que los pequeños pueden conocer de primera mano los productos típicos de la huerta asturiana". En el mismo sentido se expresó Julián Rodríguez, quien cree que "no hay mejor manera de aprender que de forma práctica e involucrando de forma activa a los alumnos".

"En el proyecto está implicado todo el centro. Es una iniciativa que creamos hace muchos años y seguimos con ella porque creemos que es muy enriquecedora, tanto para los niños como para los padres, que se involucran de forma directa ", finalizó la directora del centro.