Se han cumplido diez años desde que la villa romana de Veranes pasara a formar parte de los museos arqueológicos de Gijón. Mucho antes, en 1995, habían sido inaugurados, a propósito de la exposición "Astures: pueblos y culturas en la frontera del Imperio Romano", las termas romanas de Campo Valdés y el parque arqueológico natural de la Campa Torres. La ciudad pasaba en muy pocos años, como resultado de una activa política municipal en ese sentido y de los éxitos de los planes de excavaciones, a convertirse en un referente para estudiar el tránsito de la época prerromana a la romana, y también el mundo tardoantiguo, hasta la época medieval. "Son restos arqueológicos importantes y espectaculares", afirma Paloma García Díaz. La directora de estos museos gijonesa da un dato como prueba del interés que suscitan: 95.000 visitantes al año.

Son cifras que indican con claridad la consolidación de un variado circuito arqueológico, integrado por tres museos de sitio, que son focos de interés cultural, paisajístico y una fuente de novedades para estudiosos e investigadores. Es algo que se ha puesto de manifiesto, por ejemplo, en el ciclo que viene dedicando estos días el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) a la villa romana de Veranes y a la extensa necrópolis allí descubierta.

El parque arqueológico y natural de la Campa Torres debe mucho a un plan elaborado por el Ministerio de Cultura en 1989. La ampliación del concepto de "patrimonio cultural" ayudó a poner atención no sólo sobre los restos encontrados en las excavaciones, sino también sobre el entorno del que forman parte. La riqueza geológica, faunística, botánica y paisajística del cabo Torres, con una espectacular vista sobre el Cantábrico y el puerto de El Musel, multiplican los atractivos de un emplazamiento que ayuda a explicar los orígenes prerromanos de Gijón.

El parque natural de la Campa Torres, con un muy sugestivo faro y museo, incluye un itinerario arqueológico o un observatorio de aves. Puede verse el lienzo exterior de la muralla defensiva del castro que ocupó el lugar, así como recreaciones de una vivienda astur y otra romana. Está a siete kilómetros de la ciudad.

"Ahí queda mucho por excavar e investigar", indica Paloma García. La directora es de las que piensa que, con los avances tecnológicos y futuros planes, la ciudad seguirá dando algunas sorpresas arqueológicas. También en la villa romana de Veranes, situada en una atalaya sobre la Ruta de la Plata, a ocho kilómetros de Gijón. Pero, por el momento, hay que estudiar y ordenar los numerosos materiales descubiertos entre 1998, fecha en la que comenzaron las excavaciones arqueológicos en esa zona, y el 2012, el año en que se pararon.

"La excavación de la 'pars urbana' de la villa, es decir, lo que eran las viviendas del 'dominus' (el señor del lugar), está acabada; y también la de la necrópolis junto al comedor transformado en iglesia", explicó la directora. El Ayuntamiento de Gijón compró la finca de Veranes, en la parroquia de Cenero, a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta del pasado siglo. Este año se cumple el centenario del descubrimiento de las ruinas. Un hallazgo que se debe a la perspicacia del cura langreano Manuel Valdés Gutiérrez (1880-1962). Ecónomo de la Abadía de Cenero, dio cuenta del expolio de aquellas edificaciones vencidas por los siglos y el abandono pero ante las que, el año pasado, se pudo ver a una emocionada Mary Beard, premio "Princesa de Asturias" de Ciencias Sociales. A la académica y gran popularizadora del mundo romano se la veía feliz explicando cómo era una gran casa romana.

El arqueólogo Fernando Gil Sendín, uno de los responsables de las excavaciones de Veranes junto a la catedrática naviega Carmen Fernández Ochoa, y el antropólogo Armando González Martín explicaban el pasado martes, en el ciclo del RIDEA, la importancia de la necrópolis descubierta en el Torrexón de Santa María y San Pedro. Son más de seiscientas tumbas y unos ochocientos individuos de distintos siglos, cuyos restos han empezado a estudiarse. Hay materiales para investigar durante dos décadas y las conclusiones serán muy importantes para conocer cómo eran la vida y la muerte, desde finales del siglo V y principios del VI hasta el XIV, en un núcleo rural asturiano. "Es la colección perfecta", llegó a decir el profesor Armando González.

Las termas romanas del Campo Valdés, al lado de la iglesia de San Pedro y casi en primera línea de la playa de San Lorenzo, son la "joya" de este circuito arqueológico. "Es lo más visitado: unas cincuenta mil personas al año", hizo resaltar Paloma García. Este museo de sitio fue creado para conservar, investigar y difundir los restos de unas termas públicas correspondientes a al época romana. La visita a los restos termales permite comprender cómo eran estos baños , pero es también una buena introducción para conocer cómo era el Gijón romano, incluida su muralla.