El fenómeno del absentismo escolar sigue al alza en Gijón, con un total de 107 casos registrados el curso pasado, ocho más que en el anterior. Así lo reflejan los datos del informe de evaluación del "Proyecto de trabajo socioeducativo en el absentismo escolar" elaborado a instancias de los Servicios Sociales de la ciudad y hecho público ayer en una comisión técnica.

El fenómeno, más frecuente en Secundaria, también creció el pasado curso en las primeras etapas educativas: en el caso de Primaria se derivó a los Servicios Sociales Municipales un total de 35 alumnos absentistas, frente a los 28 derivados en el curso anterior. En Secundaria se mantiene más o menos estable el número de alumnos que no acuden a clase de forma regular e injustificada, con 72 estudiantes.

El perfil de los alumnos absentistas, explica el informe, es mayoritariamente masculino, y se da sobre todo en la franja de edad por encima de los 15 años. Además, los alumnos que faltaron a las aulas el curso pasado lo hicieron en su mayoría por primera vez, es decir, gran parte de ellos no habían tenido problemas de absentismo anteriormente.

Y la evolución de estos alumnos que no acuden regularmente a las aulas no es muy positiva, tal y como se desprende del estudio. De hecho, sólo se espera que vuelvan a la normalidad en sus estudios los alumnos de entre 9 y 11 años, mientras que los mayores de 15 años tendrán en su mayoría una evolución negativa.

El estudio de la estructura familiar de los alumnos absentistas (sobre un total de 96 familias) revela cómo el fenómeno se da sobre todo en los casos de familias monomarentales, en las que está al frente una mujer. El nivel educativo de las familias, por lo general, es bajo, no más allá de los estudios primarios, y la situación económica predominante es la de "fragilidad", con un alto porcentaje de padres y madres en situación de desempleo, según el informe. De hecho, son los problemas familiares los que más determinan el absentismo, por delante de otras cuestiones como la desmotivación, las dificultades culturales o las dificultades de integración.

El plan para atajar el absentismo se plantea la necesidad de incrementar las horas de atención a las familias como clave a la hora de implicarlos en la educación de los hijos, así como ampliar las tutorías individualizadas para cada alumno, la necesidad de poner en marcha más recursos de apoyo o de trabajar con el colectivo rumano de etnia gitana, uno de los más afectados por el absentismo. Además, también se busca mejorar la coordinación con la Fiscalía de Menores.