El féretro con los restos mortales de Chano Castañón -el mítico y ya añorado hostelero gijonés del emblemático Café Gregorio que falleció esta semana mientras pescaba en la playa de As Illas en Ribadeo- partió en la tarde de ayer del Hospital Universitario Lucus Augusti, de Lugo, tras practicársele la autopsia con destino al tanatorio de Gijón-Cabueñes dondeestá instalada la capilla ardiente. Hasta las 13 horas en que la parroquia de San Antonio de Padua (Capuchinos) acoja el funeral, se espera un aluvión de amigos, familiares y aficionados a la pesca que tratan de sobreponerse a la inesperada desaparición de un hombre bueno, prudente, con sentido del humor playu y un profundo amor a la mar.

Desde que el miércoles se conociese la noticia de su desaparición, al no llamar por teléfono a su esposa, Mercedes Estrada, a las once de la mañana como hacía siempre, los más allegados de Chano Castañón, de 64 años, llevan preguntándose qué le pudo pasar a una persona tan prudente como experimentada en la pesca por los pedreros cantábricos. La familia del hostelero ya ha solicitado el informe de la autopsia para esclarecer lo que ocurrió aunque, según apuntan a este periódico, la información les llegará todavía dentro de unas semanas. La hipótesis que ellos plantean es que todo fue fruto de un resbalón en las rocas.

Las muestras de cariño reconfortan de alguna manera a su esposa, a sus dos hijos y a sus tres hermanos. La ciudad de Gijón, todavía estupefacta, se ha volcado en mensajes de ánimo y apoyo recordando a Chano Castañón. También a través de las redes sociales, con multitud de mensajes de personas anónimas e incluso los compañeros de Televisión Española con los que compartió espacio en el programa de naturaleza "Aquí la tierra". "Tristísimos, ha sido un palo muy grande para todo el equipo", aseguraba el presentado Jacob Petrus. Incluso la cuenta del programa -que el mismo día 19 de octubre emitió un reportaje con Chano, al que llamaban el "encantador de lubinas"- apuntaron que "queremos despedirnos recordando al gran Chano, gracias por todo lo que nos has regalado, lo que nos has enseñado... Gracias allá donde estés".

A Chano Castañón se lo llevó la mar que siempre le cautivó. Quedan sus enseñanzas, como la necesidad de acercar a los niños al mundo de la pesca pues él siempre recordó cómo su abuelo Gregorio le llevaba a pescar al río Piles, cantera de pescadores. Añoraba esa imagen tan alejada ya de las retinas de los gijoneses. Siempre defendió que quien anda en los pedreros es la cabeza y no los pies o que para la pesca no hace falta tener paciencia si se compara con lo que supone aguantar a los clientes del chigre detrás de una barra. O que los peces más allá de las once de la mañana no tienen hambre y ya sería absurdo pescar. Incluso apuntó que, si un día le pasaba algo pescando sería haciendo lo que más le gustaba. Al menos lo dejó dicho para tranquilidad de los suyos.