No hay mayor alegría que la de dar y acoger a quien más lo necesita. Lo sabe bien la gijonesa Pilar Boves, misionera en Sábiè (Mozambique), que la pasada semana abrió la campaña del Domund en Asturias como ella mejor sabe: predicando con el ejemplo.

Tras siete años en Mozambique y estancias previas en misiones en México y Colombia, Boves -de familia noreñense, nacida en Cuba pero gijonesa desde los 13 años- ha querido transmitir un mensaje de alegría y esperanza allá donde no llega ni el agua. Porque en la comunidad en la que ella trabaja, a tres horas de Maputo, la capital del país, "tenemos agua en el río pero no está canalizada". Por eso necesitan pozos que alivien la sequía, porque en los años que no llueve "hay unas hambrunas tremendas", explica, sabedora de que "es una realidad muy difícil de explicar a quien no conoce aquellas tierras y aquellas gentes, que no tienen para comer, ni ropa, ni juguetes para los niños".

Allí ha conseguido, junto con dos hermanas de la congregación de las Hijas de María Madre de la Iglesia, poner en marcha una "escolinha" comunitaria para los más pequeños, que alberga a los niños "para que no se queden solos en casa cuando las mamás se van a trabajar". Además de darles una educación se les procura un desayuno diario en un comedor construido por Manos Unidas, "y así intentamos que estén nutridos", explica Boves, en un país en el que la inflación es brutal y en el que el gobierno "directamente engaña a la gente". Por eso es fundamental la aportación de las campañas del Domund, porque "llega todo el dinero" y con él se pueden poner en marcha tantos proyectos que hacen falta para dignificar a quienes solo pueden trabajar en plantaciones de banano, y gracias. A cambio las hermanas reciben el respeto y el cariño de unas gentes "muy educadas, que siempre nos han hecho sentir bienvenidas aún cuando estar en un país en esas condiciones es muy duro".

Maestra durante más de medio siglo, Pilar Boves decidió a su jubilación en Salamanca que deseaba cambiar de vida y ser útil en otras labores. No se arrepiente de aquella decisión, y anima a todo el mundo a probar. Porque, entre otras cosas, "necesitamos gente, somos pocos y hay mucho por hacer". La ayuda del Domund es importante, y el compromiso solidario, "fundamental". "Merece la pena", asegura.