La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Gijón en el retrovisor

Jovellanos pensaba que no se pueden dedicar a la política los ignorantes

Los restos del prócer, tras ser analizados, fueron depositados en el nuevo mausoleo de la restaurada capilla de Los Remedios de Cimadevilla en el año 1978

Última soldadura de la caja con los restos de Jovellanos, el 3 de febrero de 1978.

Cinco veces fueron exhumados los restos de Jovellanos. En 1814 se trasladaron desde Puerto de Vega al cementerio de Ceares. En 1842 la sepultura volvió a ser abierta para llevar sus restos a la iglesia de San Pedro. En 1936, Emilio Robles Muñiz "Pachín de Melás" -siempre bien informado en su emblemático kiosco de la plaza del 6 de Agosto- intuyó la inmediata voladura de la iglesia de San Pedro, por lo que -con la autorización del alcalde anarquista Avelino González Mallada- trasladó la caja a un aula de la Escuela de Altos Estudios Mercantiles siendo allí inhumados, aunque posteriormente fueron arrinconados en un trastero. En 1940, el Ayuntamiento trasladó los restos de Jovellanos hasta la capilla de Los Remedios, colindante con su casa natal y en la que el prócer gijonés asistía habitualmente a las misas desde un discreto balcón. En 1976, como consecuencia del mal estado de la capilla y de la casa natal de Jovellanos, el Ayuntamiento de Gijón procedió a su restauración general.

La reinhumación y análisis de sus restos. Dos años después se procedió a la reinhumación de sus restos. En medio del patio de su casa natal se procedió a la apertura de la caja de madera cubierta con terciopelo negro, cuya tapa fue levantada con una palanqueta tras de lo cual apareció otra caja de plomo con cerraduras soldadas con estaño en cuyo interior, además de los restos de Jovellanos, se encontró una protección envolvente de carbón vegetal y una botella con el acta notarial de su primer enterramiento en Puerto de Vega. Tuve el privilegio de estar presente en aquel acto histórico y hasta tener su cráneo unos segundos entre mis manos gracias al honor que me concedió Alfredo Villa. Las vibraciones que sentí son inenarrables.

El acta oficial que fue introducida dentro de la urna de plomo dejó así constancia del acto: "En la capilla de Los Remedios, hoy museo de esta villa de Gijón, a las once horas del día tres de febrero de 1978, con asistencia del alcalde Luis Cueto-Felgueroso, del Juez de Primera Instancia e Instrucción Fernando Vidal Blanco, del cura párroco de San Pedro Bonifacio Sánchez Alonso -a cuya circunscripción está adscrita esta capilla-, José García-Bernardo y de la Sala, José María Martínez Muñoz-Planas, José Ramón Fernández Cuevas, Ángel Aznárez Arza -todos ellos en representación de la caja de Ahorros de Asturias, como promotores de la reconstrucción de la citada capilla-, José Carlos y Francisco Cienfuegos-Jovellanos -en representación de la familia del ilustre patricio-, el padre José María Patac de las Traviesas e Ignacio de la Concha Martínez -ilustres asturianistas- y Fernando Adaro de Jove y Pedro Valdés de la Puente -como concejales- asistidos del secretario del Ayuntamiento de Gijón, Alfredo Villa González, que da testimonio y fe del acto, se procedió, una vez finalizadas las obras de reconstrucción de la capilla sufragadas íntegramente por la Caja de Ahorros de Asturias, a reinstalar en la urna funeraria construida al efecto, los restos mortales del ilustre patricio gijonés, don Gaspar-Melchor-Baltasar de Jovellanos. Como prueba de ello y en consecuencia de que los restos mortales el ilustre hijo de esta Villa quedan reinstalados definitivamente en la urna mencionada, se levanta la presente acta que firman los asistentes por duplicado, quedando un ejemplar debidamente cerrado en caja metálica en la misma urna y otro será archivado en el Ayuntamiento de esta Villa".

El Ayuntamiento de Gijón editó unos meses después un folleto con un estudio antropológico realizado por el doctor Jesús Martínez Fernández quien se basó en las fotografías tomadas desde distintos ángulos de los restos de Jovellanos. De eso hace ya pues treinta y nueve años, pero entonces todavía no habían trascendido las tesis sobre su posible envenenamiento, por lo que a nadie se le ocurrió aprovechar la exhumación para realizar las pruebas científicas.

La tesis del envenenamiento de Jovellanos. El historiador recientemente fallecido Manuel Álvarez Valdés y Valdés -en sus libros "Jovellanos: enigmas y certezas" y "Noticias de Jovellanos y su entorno"- mantenía la tesis de que Jovellanos murió envenenado con sal de plomo por orden de Godoy. Según él quien ejecutó la acción fue un criado suyo al que habían comprado con diez monedas de oro. La instigadora fue María Luisa de Parma, la reina consorte de Carlos IV, quien ordenó a su amante Manuel Godoy que acabase con la vida del autor del "Informe sobre el expediente de la Ley Agraria", que tanto había molestado a la Inquisición.

El saturnismo fue la causa de su intoxicación. No está de acuerdo con esa tesis el médico reumatólogo Arturo Mohíno Cruz (Madrid, 1943) quien en su ensayo titulado "Jovellanos y el saturnismo" -por el que obtuvo el XVIII Premio Internacional de Investigación de la Fundación Foro Jovellanos- fue descartada radicalmente dado que el acetato de plomo tiene un sabor dulzón muy desagradable. Tras cuatro años de rigurosas investigaciones, a la conclusión que llegó fue que Jovellanos había sido víctima de una intoxicación por plomo -lo que se denomina saturnismo- que, asimismo, padecieron la duquesa de Alba, el científico naval Jorge Juan y su amigo, el pintor Francisco de Goya. Madrid había sufrido una epidemia debido a que la alfarería de Alcorcón suministraba vasijas de barro que se vidriaba con plomo. Pero la escasez de recursos económicos motivó que calentasen los hornos con retama, un material que no puede alcanzar la temperatura idónea para que el plomo pudiera quedar bien fijado al barro. De ahí que estas vasijas cuando entraban en contacto con ácidos como el limón y el vinagre transformaban el plomo del vidriado en sales solubles de acetato de plomo que eran absorbidas por el organismo. La intoxicación que se denominó entonces el "cólico de Madrid" motivó que sufriese fuertes cólicos, convulsiones, la paralización de su mano derecha y la pérdida de visión.

El reumatólogo Mohíno mantiene, sin embargo, que los primeros signos de la intoxicación de Jovellanos se produjeron durante su destierro en Asturias en 1790. Es entonces cuando empezó a notar adormecimiento de su mano derecha, ataques de gota, llagas en la boca y un incómodo exceso de salivación. En aquellos años se había fundado en El Natahoyo una fábrica de loza dirigida por el inglés Thomas Price, de la cual Jovellanos fue asiduo visitante y comprador. Entonces, la loza también se vidriaba con plomo. A Jovellanos le encantaba comer el salmón en escabeche y de ahí la causa de su fortuita intoxicación.

Jovellanos era consciente de su enfermedad. Aunque Gaspar Melchor de Jovellanos falleció en Puerto de Vega en 1811 a causa de una pulmonía, lo cierto es que aquella intoxicación por plomo estuvo a punto de acabar con su vida trece años antes.

En noviembre de 1798 ya había escrito Jovellanos que "acabando de llegar a mi casa, después de haber dejado el Ministerio para salvar mi vida" advirtiendo así de la persecución institucional de la que era objeto por ir en contra de los caprichosos mandatos de quienes ostentaban el poder absolutista.

Desgraciadamente, la historia siempre se repite con aquellos que mantienen su independencia frente a la mediocridad de los poderes políticos. Ya había dejado bien claro Jovellanos -tan clarividente como siempre- que "no se puede ser un buen político si eres ignorante".

Compartir el artículo

stats