No se siente un héroe y casi que relata lo acontecido -una escena poco menos que de película de acción hollywoodiense- con un sorprendente punto de normalidad. Una normalidad que, sin duda, viene aparejada a su profesionalidad como guardia civil. Marcos Aguirre, el joven agente que se enfrentó el martes a los atracadores de un banco de Cangas de Onís y resultó herido de bala en un brazo, tardará en olvidar lo acontecido. "Llevo nueve años en la Guardia Civil y nunca había tenido un caso como éste, tan grave", reconoce.

Marcos Aguirre hace balance de la inusual actuación en la que tuvieron que hacer frente a dos atracadores -viejos conocidos de las fuerzas del orden- que portaban armas cortas de nueve milímetros. "Creo que tanto mis compañeros como yo hicimos lo que teníamos que hacer; no pasó nada, los rehenes salieron ilesos, que era lo más importante, y a la gente de la localidad no le ocurrió nada. Pudiera haber ocurrido una desgracia, porque si salen y empiezan a realizar disparos a la gente que andaba por allí o a los vehículos, podía haber sido una catástrofe...", afirma este joven nacido en Grao, que está destinado en el cuartel de Arriondas y reside en Gijón, de cuya comandancia depende su unidad.

Así recuerda el agente herido, que apenas mueve su brazo derecho a causa de la herida de bala, la sucesión de los hechos: "Sobre las nueve y diez recibimos una llamada de la central diciendo que había un atraco en la sucursal de Cangas de Onís y que podía haber gente dentro. Paramos el vehículo, estábamos por la zona de Arriondas. Nos ponemos el chaleco antibalas y vamos lo más rápido posible a Cangas de Onís (está a ocho kilómetros de Arriondas). Llegamos donde la sucursal y lo primero que nos encontramos es a un compañero del puesto de Cangas parapetado en una esquina; que nos indica que siguen dentro de la oficina. Mi compañero se baja, coge el lado izquierdo de la sucursal y me protege mientras me dirijo con mi vehículo a cortar la avenida principal, la que da a la puerta de la oficina. Estaba llena de coches y de gente que no sabía que estaba pasando eso. Justamente cuando voy a parar el vehículo casi delante de la sucursal veo como salen los dos atracadores, uno con las manos en alto y el otro detrás con dos pistolas. No dio tiempo a nada. Me encañonó y empezó a dispararme a mí y al compañero. Nada más que vi que me encañonó pegué un acelerón al vehículo y salí de la zona de fuego. Mientras me alejaba me seguía disparando y sentía los disparos en la parte de atrás del coche. Aparqué el vehículo a 25 o 30 metros. Me bajé, me parapeté en la parte de atrás, y ahí respondí al fuego. En ese momento se metió dentro de la sucursal y el otro, que salía con las manos en alto, se tiró al suelo boca abajo y se quedó inmóvil. Luego le indicamos que se retirara de la zona para que lo detuvieran otros compañeros que estaban pegados a él".

Pero, mientras se retiraba en coche para salir de la zona de fuego, una bala atravesó la luna y le tocó su brazo derecho. Aún así, aguantó parapetado respondiendo a la agresión de los delincuentes. Cuando llegaron más refuerzos, pudieron atenderle los servicios sanitarios. Pero Marcos Aguirre quiso volver a echar un cable a sus compañeros, algo que se ha destacado mucho sobre su actuación. "Fui al hospital, donde me limpiaron la zona afectada, me cortaron la carne quemada y me pusieron ocho o nueve puntos de sutura. Luego volví otra vez a la zona del suceso. Era mi deber, ¿qué hacía yo en el hospital de Arriondas? Allí no pintaba nada y, a lo mejor, en la zona del atraco podía ayudar en algo, aunque ya estaba todo muy bien controlado", señala con la misma normalidad con la que narra unos hechos que sobresaltaron a Cangas de Onís, un atraco que mantuvo en vilo a Asturias entera.