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La Revolución Rusa en el espejo constitucional de la burguesía progresista

Jesús Iglesias y Pablo Montes hablaron sobre la influencia soviética en Occidente

Por la izquierda, Jesús Iglesias y Pablo Montes, ayer, al comienzo de la charla en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón. JUAN PLAZA

El impacto político y social que tuvo en España y en Europa occidental la Revolución Rusa fue ayer el objeto de las dos charlas que se celebraron en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón, que estuvieron a cargo del historiador Pablo Montes y del abogado y exsenador Jesús Iglesias. Montes analizó la aproximación entre el obrerismo y las clases medias progresistas a partir de la Primera Guerra Mundial, mientras que Iglesias se centró en la Constitución rusa de 1918 y la soviética de 1924.

"Durante el último tercio del siglo XIX los republicanos liberales habían tenido un apoyo social muy fuerte de las clases populares y trabajadoras, pero a medida que se acercó el final del siglo va aumentando el número de masa proletaria, lo que hace que el movimiento obrero se articule más y mejor", comenzó explicando Pablo Montes. De ahí que "los trabajadores dejen de creer en el proyecto republicano como un factor de cambio" y miren hacia "la Revolución Rusa para construir nuevos acuerdos" con el republicanismo, quien, a su vez, subrayó el historiador, "empieza a mirar a las organizaciones obreras y su programa político para construir nuevos acuerdos. Justo antes de que llegue la Segunda República, en 1931, hay un acuerdo tácito entre la burguesía progresista y las fuerzas de la izquierda, pero ese consenso se construye a partir de la experiencia soviética".

Por su parte, Jesús Iglesias señaló que "la Constitución de la Federación Rusa de 1918 rompe con lo que hasta entonces había sido la tradición constitucionalista que se fue configurando a partir de la Revolución Francesa de 1789. La rusa parte de otra perspectiva, la de reconocer los derechos de los trabajadores y campesinos". De esta forma, explicó Iglesias, "se van sentando las bases de lo que luego se desarolló en constituciones burguesas en Occidente, que van incorporando esos derechos como reivindicaciones de los trabajadores". Es el caso "de la Constitución de la Segunda República Española y de constituciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial, que podríamos denominar del Estado de Bienestar". En definitiva, señaló Jesús Iglesias, "para frenar la expansión de la Revolución Rusa y luego soviética".

También se refirió a la Constitución (soviética) de 1924. "Dos años antes se constituyó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y la nueva Constitución lo que hace es una definición del modelo de Estado, estableciendo lo que son las competencias de la Unión y de cada una de las federaciones que la componen".

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