Es el "gran imitador" de enfermedades: puede simular otras dolencias y atacar a casi cualquier órgano del cuerpo. Esa copia exacta de otras afecciones es la que complica el diagnóstico del lupus, según el doctor Jorge Sánchez Guerrero (24 de agosto de 1957, Ciudad Mante, México). El director del departamento de reumatología del Hospital Monte Sinaí de Nueva York y profesor de Medicina en la Universidad de Toronto participó ayer en Gijón en un encuentro internacional, organizado por la Asociación Lúpicos de Asturias (Alas).

- ¿Hay avances en torno al lupus?

-Sí. Por ejemplo, a nivel de tratamiento hemos avanzado en varios esquemas para inducir la remisión de la enfermedad y también para mantener ese estado, en el que los síntomas son escasos o desaparecen. Asimismo, hoy existe un mayor conocimiento de las manifestaciones extrarrenales. Otro aspecto en el que hemos evolucionado es la caracterización de los pacientes. Más que englobarlos en un sólo diagnóstico, especificamos si su lupus es articular, renal...

- ¿Está más adelantada América que España en su conocimiento?

-Quizá en Estados Unidos haya más expertos, también porque es más grande y tiene más universidades y hospitales. Pero esto mismo sucede si lo comparamos con el resto del mundo. En América del Norte, los pacientes tienen un mayor acceso a los tratamientos. Sin embargo, esto puede constituir una ventaja o una desventaja. Lo bueno es que el enfermo llega más rápido a tratamientos ilimitados. Y el inconveniente es que muchas veces el paciente se somete a una medicación frente al lupus cuando a lo mejor no sería necesaria: las manifestaciones que presenta se pueden controlar por otras vías, sin llegar a esos extremos.

- Por lo que dice, en principio un enfermo de lupus tiene más facilidades en Estados Unidos.

-Es relativo. Creo que lo más importante en esta enfermedad es que el paciente sea atendido por un médico con experiencia en lupus. A partir de ahí, las diferencias se minimizan o desaparecen.

- ¿Cómo detecta una persona que tiene lupus?

-El paciente que sufre lupus eritematoso (el más frecuente) tiene un gran reto cuando la enfermedad comienza, porque puede iniciarse de muchas formas y afectar a casi cualquier órgano. Eso nos lleva a que si el paciente empieza con manifestaciones pulmonares, irá a ver a un neumólogo; si tiene un problema cardiólogo, irá a ver a un cardiólogo y así sucesivamente. Eso puede atrasar mucho el diagnóstico y el inicio de un tratamiento.

- Entonces, ¿cuál es la solución?

-Es un reto que existe en todas las partes del mundo. No es hasta que se descartan otras enfermedades cuando el diagnóstico del lupus se tiene en cuenta. Por otro lado, sería inadecuado que de primera instancia se solicitase a todos los enfermos que se hiciesen pruebas de lupus, porque las probabilidades de que realmente lo sufran son bajas.

- ¿Tiene consecuencias negativas recibir, por ejemplo, un tratamiento para el corazón cuando el origen de ese dolor es el lupus?

-En la gran mayoría de los casos lo que sucede es que, aparte de los medicamentos contra el lupus eritematoso, se tiene que dar con mucha frecuencia tratamientos para la manifestación específica. Por tanto, por ese lado no habría ningún problema. Y es además de esa manera cuando el médico ve que los resultados obtenidos no son los que esperaba y empieza a explorar otras vías.

- Sigue siendo una enfermedad invisible para gran parte de la sociedad, ¿qué le parece que en Asturias se organicen encuentros como este?

-Me sorprendió mucho conocer el alcance de la asociación Alas y que ya tenga 20 años. Es algo verdaderamente loable, porque es muy difícil mantener el entusiasmo después de tanto tiempo. El lupus es una enfermedad rara, pero cada vez se sabe más de ella. Y es importante que haya colectivos que contribuyan a difundir su conocimiento.