El 19 de abril de 1979 Francisco Sarasúa Serrano tomaba posesión de su acta como concejal de la primera corporación democrática de Gijón tras los años del franquismo. Y lo hacía bajo las siglas del Partido Comunista de España (PCE) como sus compañeros de bancada Andrés Avelino Álvarez Costales, Francisco Javier Suárez Suárez -que fue sustituido en junio de ese mismo año por Luis Felipe Capellín- y Víctor del Busto. Esas y otros andanzas convirtieron a Paco Sarasúa en uno de los hombres y los nombres del Gijón político de los años de la Transición. Ayer fallecía en Barcelona, donde residía desde hacía tiempo, a los 64 años y tras perder la batalla en una segunda ronda de su lucha de tiempo contra el cáncer.

"Soy un hombre vital, apasionado, positivo y optimista, lo importante en la vida es amar lo que tienes y lo que haces", confesaba hace unos años en una entrevista a LA NUEVA ESPAÑA realizada durante una de sus habituales visitas a la ciudad. Sarasúa nunca perdió el contacto con el Gijón que le vio nacer en enero de 1953. Este licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Deusto hizo sus estudios de Bachillerato en los Jesuitas. Allí aprendió también a disfrutar del baloncesto. Educado en una familia de izquierdas se involucró de forma activa en las grandes corrientes comunistas en sus tiempos de universitario y en esa misma línea de pensamiento seguía pese al paso de los años y su adiós a la primera línea de la política. "Sigo votando a Izquierda Unida aunque me echaran tres veces del PC", confesaba con buen humor en aquella entrevista. Ayer desde Izquierda Unida de Gijón se reivindicaba su "excepcional trayectoria política al servicio de los gijoneses".

Sarasúa se estrenó como edil con 26 años y en la Corporación gijonesa estuvo hasta el año 1987 porque también participó en la segunda corporación democrática. En ambas ocasiones con el socialista José Manuel Palacio como Alcalde.

Los acuerdos políticos entre ambas formaciones llevaron a Sarasúa a ser el primer edil de Hacienda del Gijón postfranquista. Una gran responsabilidad que le obligó a diseñar los primeros presupuestos municipales de la época y ser parte activa en muchos proyectos que cambiaron la ciudad como recuperar el Cerro de Santa Catalina en negociaciones con las autoridades militares, disponer de fondos para actuaciones de alcantarillado o reforma de calles o garantizar recursos para que su compañero Víctor del Busto creara el Patronato Deportivo Municipal. Los actuales responsables gijoneses de IU ponían ayer en el haber de Sarasúa que "dedicó su trabajo a convertir Gijón en una ciudad marítima, industrial y habitable: principales puntos del programa del Partido Comunista en las elecciones de 1979".

Fue comunista y concejal de Hacienda pero también un hombre relacionado con el mundo empresarial y de negocios que dejó su firma en la Caja de Ahorros de Asturias, Ensidesa, Crady, Sedes, Porcelanas Gijón... A Cataluña se fue para dirigir una gran empresa y ya allí puso en marcha sus propios negocios de exportación e importación. Llegó a presidir una sociedad de cosméticos. "Sí, formalmente soy un capitalista, pero mi corazón no lo es", matizaba a principios de esta década. De la política activa se había desentendido en 1992.

Y, como todo le interesaba y con todo estaba comprometido, en 2011 volvió a pasarse por el Ayuntamiento de Gijón pero esta vez en su condición de director de desarrollo de la Fundación Thao para impulsar un proyecto de envergadura nacional para la lucha contra la obesidad infantil. A Gijón le unían muchas cosas, políticas y no políticas. Entre estas últimas su pasión rojiblanca. Lo tenía claro. "Soy del Sporting a morir. Y anti-Oviedo, también a morir".