La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

JOVINO MARTÍNEZ SIERRA | Arquitecto

"Gijón es la ciudad de las oportunidades perdidas"

"Las circunstancias y la política han llevado a que la reforma del Muro siga en un cajón, pero es algo tremendamente necesario"

Jovino Martínez Sierra con su equipo de trabajo. MARCOS LEÓN

"Es posible que, quizás, los arquitectos tengamos el privilegio de crear el escenario que permite que la gente sea capaz de reconocerse a sí misma", se lee en una de las cristaleras del estudio de Jovino Martínez Sierra (Gijón, 1961). Arquitecto de profesión y convicción, Martínez Sierra transmite a quien le trata, de forma inalienable, su amor por su trabajo.

- ¿Cómo entiende usted la arquitectura?

-Como una disciplina que intenta hacer mejor la vida a las personas. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos permanentemente relacionados con la arquitectura. Por ello, intentamos concebir espacios más agradables, que nos hagan sentir mejor, en los que tengamos mayor calidad de vida. En el estudio intentamos plasmar una serie de sensibilidades e ideas para conseguir esos objetivos.

- ¿Es importante también hacerle caso al cliente?

-La arquitectura tiene varias patas y la del promotor, el encargante, es fundamental. En la relación entre arquitecto y propiedad tiene que haber un discurrir común para lograr los objetivos. Tiene que haber una cierta flexibilidad por ambas partes, para que el arquitecto sea un vehículo para dar forma a esos requerimientos que el cliente hace.

- Usted empezó en el mundo de la arquitectura de la mano de la pintura y aún no se la ha soltado.

-Yo tuve una formación, en Madrid, en la época de los ochenta, que tenía mucho que ver con las artes en general, tanto con la pintura como con la escultura, y ese interés siempre me ha acompañado. La arquitectura tiene muchos más condicionantes que estas, que son mucho más libres. El pintor se enfrenta solo al mundo, pero el arquitecto tiene muchas más variables en la ecuación que tiene que manejar. Pero aun siendo tan diferentes, están emparentadas entre sí. Al final somos producto de un tiempo y la arquitectura no deja de ser una sismografía del tiempo que vivimos. Podríamos estudiar la historia, la evolución del hombre, a través de la arquitectura.

- ¿Cómo ha variado esa concepción de la arquitectura hasta la actualidad?

-Atravesamos épocas de mucho desenfreno y mucha frivolidad. Hoy, la arquitectura, por influencia de la crisis, ha sufrido un receso y una vuelta a la racionalidad y al entender el valor de las cosas. Entender que la forma no es el fin, sino una consecuencia última de otras cuestiones más profundas e interesantes de la arquitectura, como es la función, el saber medir las cosas, el dar una respuesta correcta y mesurada. Hemos pasado de esos tiempos de bonanza a una arquitectura, en la actualidad, mucho más mesurada, más sostenible, en la que desde luego, en el estudio, nos sentimos muy a gusto.

- ¿Cómo es Gijón?

-Urbanísticamente, Gijón ha cometido grandes pecados en su historia. Gijón es la ciudad de las oportunidades perdidas. Hemos ido teniendo oportunidades, bien de rehacer, bien de mejorar, y la historia demuestra que no hemos sido capaces, en muchas ocasiones, de hacerlo. Tenemos muchas cosas buenas, valoremos lo bueno e intentemos mejorar lo malo.

- ¿Cuáles son esas oportunidades que se fueron al limbo?

-El perfil más sintomático es el Muro, como fachada marítima, como frente marítimo. Su generación en los años sesenta fue un error y las operaciones que se hicieron de renovación de fachada urbana partieron de un concurso de ideas muy bien planteado y que dio una solución muy clara. Sin embargo, la gestión y el transcurso del tiempo, demuestra que estamos haciendo soluciones que no mejoran en absoluto la arquitectura que tenemos de los años sesenta. Es el síntoma preclaro de lo que ha ocurrido.

- ¿Qué ocurrió con aquella faraónica obra que había diseñado su estudio para el Muro de San Lorenzo, con la colocación de unas inmensas pérgolas?

-Fue un concurso que se planteó por el Ayuntamiento a raíz de las elecciones pasadas. Yo creo que es una operación tremendamente necesaria en Gijón, en tanto el Muro supone una barrera física, urbana y hasta de seguridad entre la ciudad y el frente marítimo. Hay una necesidad perentoria de que se haga, y se hará tarde o temprano, pero las circunstancias y la política han llevado a que ese proyecto no pudiera llevarse a cabo y siga en un cajón.

- ¿Cuáles son las grandes necesidades urbanísticas de la ciudad?

-Hay dos fundamentales. De un lado, resolver la cuestión de infraestructuras del plan de vías y el "solarón", con la llegada del tren y la construcción de la nueva estación intermodal. Y de otro, la fachada de todo el borde de Bellavista, que es una de las más bonitas de Gijón pero que se ha ido degradando y que completaría urbanísticamente esa transición entre la ciudad y el borde costero. Esos son los dos grandes caballos de batalla, más allá del Plan General de Ordenación Urbana que parece ser que por fin está en camino de su aprobación definitiva.

- ¿Hay alguna obra de las que ha realizado a la que tenga especial cariño?

-Hay una obra que por sus condiciones especiales reúne la hibridación de arquitectura y paisaje en un medio natural de una potencialidad y belleza enorme: la adecuación de la antigua cetárea de Tapia de Casariego. Asturias es un territorio muy sensible a cualquier intervención, es delicado hacerlo bien. Esa obra a borde de acantilado, a borde de mar, de recuperación de arqueología, en un medio natural en el que pones en valor el mar, el horizonte y la tierra, me parece una obra muy especial y que se singulariza respecto de una operación habitual de arquitectura, al ser una intervención en el paisaje. Hace ver el lugar de otro modo. La arquitectura no deja de ser una plataforma de potencialidades de uso, que el ciudadano ha de utilizar como quiera.

- ¿Qué le queda por hacer?

-Siempre quedan cosas por hacer y mejorar. Lo bonito de este oficio es intentar hacer mejor la vida a la gente. La arquitectura es una profesión de viejos en la que la experiencia siempre es un factor determinante. Vamos evolucionando, siempre hay una labor de síntesis en la obra. Al final no es una cuestión de qué quieres hacer, sino de tener energía y entusiasmo para seguir colaborando para lograr poder llegar a hacer un mundo mejor.

Compartir el artículo

stats