"Hay días en que no soy capaz de tender la ropa de un tirón y me llevan los demonios. Los pacientes con EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) nos ahogamos; nos ahogamos mucho, y nos asustamos de esa falta de aire. Los pasamos fatal y lo hacemos pasar fatal a los que están a nuestro lado, nuestros familiares". "Nos volvemos unos vagos porque la sensación de falta de aire es constante y evitas hacer cualquier actividad para no agravarlo". "Sólo hacer la cama ya me fatiga; la mayoría de los días tengo que hacerla en varias veces. Y cruzar la calle puede ser una odisea, porque si ves venir a alguien te apuras y eso es peor. Pero ahora salgo casi todos los días a dar un paseín porque sé que me viene bien".

Eugenia, José Antonio, Ricardo y José son pacientes con EPOC que ayer relataban de esta forma en Cabueñes la dureza de su día a día conviviendo con una enfermedad crónica que con el tiempo se va agravando y que tiene en la disnea -esa sensación de ahogo que tanto conocen los pacientes- una de sus expresiones más angustiosas cuando el grado de afectación ya es importante.

Los pacientes de la que es una de las enfermedades más prevalentes en Asturias compartieron con familiares y con especialistas del hospital gijonés sus temores pero también los logros que van experimentando gracias a la terapia de rehabilitación respiratoria que desde hace varios años ha incorporado Cabueñes. Precisamente ese era el objetivo del encuentro convocado ayer con motivo del día mundial del EPOC: "tenemos que ser capaces de inculcar a pacientes y familiares la importancia del ejercicio físico como tratamiento no farmacológico de esta enfermedad pulmonar", indicó Soraya Gamazo, supervisora del servicio de Rehabilitación. El mensaje a los pacientes era "para que se esfuercen en caminar algo todos los días, subir alguna escalera o hacer ejercicios de pesas, aunque sea con botellas pequeñas de agua", y a los familiares "para que eviten sobreprotegerles y sepan que la progresión de la enfermedad se puede prevenir cambiando hábitos de alimentación, de ejercicio físico, de descanso y, por supuesto, dejando de fumar", explicaban las expertas.

Ayer tocaba insistir sobre todo en el ejercicio físico. "Hay que romper el círculo vicioso en el que entran los enfermos con esa disnea que aparece fruto del avance de su problema pulmonar. Cuanto más se cansan y más se ahogan, más limitan su vida activa, más tienden al sedentarismo y menos calidad de vida tienen. Son pacientes que se aíslan, que se hacen muy dependientes, que pierden hasta su vida social y con esa inactividad tampoco están ayudando a su enfermedad", explicaban de forma coincidente, Soraya Gamazo, Lucrecia Mendoza, médico rehabilitadora, y Ana Belén Ferreiro, fisioterapeuta especialista en terapia respiratoria. "El ejercicio físico no cura pero ayuda a que la enfermedad no progrese; cuanto menos ejercicio se hace, peor función pulmonar se va a tener y peor pronóstico a largo plazo", insistieron. Y al menos en la paciente Eugenia el mensaje había calado: "Veo que el ejercicio me ayuda, así que nosotros tenemos que ser como los de la canción: 'despacito, suavecito, tenemos que conseguir nuestros logros'".