Nunca es fácil despedir a un ser querido pero menos aún si se trata de una persona que hizo por los demás "todo lo que estuvo en su mano". Así era Paco Sarasúa, el exconcejal gijonés del PCE en la primera corporación democrática del Ayuntamiento de Gijón, economista e histórico de la Transición fallecido el pasado domingo en Barcelona a los 64 años víctima de una larga enfermedad, para el que la iglesia de San Pedro se quedó ayer pequeña para una misa en su honor presidida por sus hijos, hermanos, sobrinos y demás familia.

Javier Gómez Cuesta, párroco de San Pedro, glosó la vida de Paco Sarasúa y puso de relieve su contribución al desarrollo de Gijón, una ciudad por la que "participó, vivió y luchó desde la política, lo social y el deporte" -era un apasionado del Sporting y del baloncesto- gracias a un carácter "vital, apasionado, positivo y optimista" con el que contagió a todos aquellos con los que compartió momentos en su intensa vida. Gómez Cuesta ensalzó la labor política de Sarasúa en sus años de juventud, de pluralismo ideológico pero, al mismo tiempo, años de consenso y entendimiento por los que siempre apostó el exconcejal comunista. Todo ello para "buscar el bien común de la ciudad y las personas". Y de ello fue siempre abanderado Paco Sarasúa.

Las exequias en San Pedro contaron con la inestimable voz del coro Manín de Lastres que, además de las protocolarias composiciones religiosas, reservaron para despedir la multitudinaria misa el himno de Covadonga y de Asturias tras los que tuvo lugar un emotivo aplauso. Música que contuvo el aliento a los asistentes después de escuchar a su sobrino leer un poema con guiños a Asturias y las palabras de gratitud hacia los presentes pronunciadas por sus hijos, en asturiano, y cargadas de optimismo y futuro al aseverar que todavía quedan "millones de razones por las que luchar".