Un espacio a priori tan tecnológico no parece el más idóneo para que florezcan las artes. Pero la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón constituye en este sentido un ecosistema peculiar, en el que lo mismo se programa un ordenador que se lee un poema. Y eso fue precisamente lo que se hizo ayer, dentro del ciclo de actividades para celebrar a la patrona de la Universidad de Oviedo, Santa Catalina de Alejandría, de la mano del Club de Lectura de la EPI.

El Club, que lleva más de dos cursos en marcha, tenía la idea de aunar de cierto modo la vocación de uno de sus conserjes y las actividades musicales de la orquesta de portátiles de la Escuela, un experimento novedoso que se mantiene con seis músicos estables y que ya acumula varias actuaciones y proyectos. "Coincidiendo con la patrona queríamos hacer algo específico y a la vez singular, así que propusimos aunar las dos cosas: un recital poético con acompañamiento musical", señala José Antonio Álvarez, uno de los responsables del Club.

La parte literaria corre de la mano de Javier Vallín, quien además de ser parte del personal de administración y servicios del centro es un consolidado poeta con decenas de premios a sus espaldas. "Me hizo una ilusión enorme este proyecto cuando me lo comentaron, me parece que el resultado es muy bueno y me parece una forma muy original de afrontar una lectura; es la más singular que he hecho nunca", afirmaba ayer Vallín antes de ofrecer un recital con una selección de poemas de dos de sus libros: "La última cena" y "Juguetes rotos". Los dos premiados con el galardón "Amantes de Teruel", pero con doce años de diferencia entre uno y otro. Y todos ellos acompañados por la música sintética elaborada y lanzada desde los seis ordenadores de la orquesta de portátiles.

Además de eso ayer también se estrenó una pieza creada específicamente para el evento. Sobre la obra de Vallín "Centro de Azabache" la orquesta ha creado una "sinfonía" con voz en off y música de fondo de unos veinte minutos de duración. Un proyecto sobre el que la orquesta lleva trabajando "casi un año", con el desarrollo de ideas, la creación de partituras, el desarrollo de instrumentos, la grabación de las voces en off y los pertinentes ensayos, explica el director de la formación de portátiles, Javier Quirós. Una orquesta que también anda enfrascada en la creación de un recital para la cúpula del Centro Niemeyer.

Así, en la mañana de ayer se fundieron voz y sonido, poesía y tecnología en una actividad novedosa para "dar a conocer toda la riqueza y el potencial de la Escuela", sostienen los responsables del Club de Lectura. Cada semana, además, se celebran proyecciones de cine. Porque no sólo de fórmulas viven los ingenieros.