Francisco José Huerta cogió el micrófono entre sus manos y desde su silla de ruedas habló a los escolares del colegio Jovellanos que rodeaban las vallas de seguridad colocadas en la gijonesa plaza Mayor. Su mensaje fue claro: "No olvidéis que el coche es también un arma mortal. Un despiste es cuestión de un momento pero sus secuelas pueden ser para toda la vida". A su lado bomberos, policías y sanitarios se preparaban para participar en un simulacro de accidente de tráfico a las puertas de la Casa Consistorial. Bajo los soportales del Ayuntamiento, ediles de todos los grupos políticos hacían seguimiento de la operación, Junto a ellos el edil de Seguridad Ciudadana, Esteban Aparicio y Raquel Casado, jefa provincial de Tráfico

Huerta -miembro de Aspaym (la Asociación de Lesionados Medulares y Grandes Discapacitados Físicos de Asturias), un "club que no quiere más socios", como él mismo dijo - le puso la emoción inicial a un acto que terminó con un minuto de silencio. Gijón y su Ayuntamiento se sumaban así al Día mundial en recuerdo de las víctimas de accidentes de tráfico.

Un simulado accidente de circulación dejaba al mediodía de ayer sobre los cantos rodados de la plaza Mayor dos vehículos en mal estado y cinco pasajeros atrapados en su carrocería. Una llamada y el dispositivo de socorro estaba en marcha. Todo igual que en un accidente real salvo los aplausos de los escolares al ver llegar a los primeros agentes de la Policía Local en sus motos, a los bomberos con sus vehículos especiales y a las ambulancias de Cruz Roja con sus sanitarios. Y salvo los comentarios explicativos de Rafael González, subinspector de Tráfico, y Javier Álvarez jefe técnico de bomberos, que se encargaron de radiar las diferentes fases del operativo y dar una especial bienvenida a cinco bomberos en prácticas.

González y Álvarez también explicaron la necesidad inicial de que se abra una vía de emergencia para dar entrada y salida al equipo de socorro, cómo se estabilizan los vehículos antes de entrar a por los heridos, la importancia de sacar bien a las víctimas para evitarles más daños físicos de los que ya tienen y el despliegue a seguir para llevarlos muy rápido al hospital más cercano. Y sobre todo explicaron la importancia de que tanta gente trabaje de forma coordinada para salvar una vida.

Poco más de cuarenta minutos y los cinco heridos, graves pero recuperables, estaban a salvo en un centro sanitario. Llegaba el turno de quienes tienen labores menos vistosas pero igual de necesarias: el equipo de atestados de la Policía Local que investiga el accidente, los gruistas que retiran los coches para recuperar la circulación y los operarios de Emulsa que limpian la zona para que vuelva a la normalidad... hasta el siguiente accidente.