Los Revillagigedo ostentan desde el viernes otro título, éste de valor ecológico: el de Parque Nacional Marino. El archipiélago mexicano, que debe su nombre a un condado muy ligado a Gijón, se ha convertido, tras su protección, en el espacio protegido más extenso de América del Norte. La decisión del gobierno de Enrique Peña Nieto de prohibir la pesca en sus casi 15 millones de hectáreas de superficie fue impulsada por el equipo científico del asturiano Pelayo Salinas de León. El biólogo forma parte del proyecto "Pristine Seas" (Mares Pristinos) de National Geographic, que desde 2016 lucha por la creación de este parque marino.

Salinas recibió con alegría la noticia en Isla de Pascua (Chile), donde continúa su labor investigadora para la conservación de los océanos más vírgenes de la Tierra. Con la protección de Revillagigedo, "conseguimos que las generaciones venideras puedan disfrutar de esta joya natural, en la que reinan los tiburones", valora. Precisamente los escualos son el centro de sus estudios; una especie que sufre una "matanza" global. Por suerte, en las islas de Revillagigedo la realidad cambia, ya que la declaración de Parque Nacional Marino implica la prohibición de la pesca y el control de la actividad turística.

El archipiélago, rico también en atunes, meros y jureles, es un reservorio de vida marina que nutre al resto del Pacífico. Declarado desde 2016 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, está formado por tres islas volcánicas: Socorro, San Benedicto y Clarión, y un islote: Roca Partida. "Con National Geographic estuvimos de expedición científica el año pasado con la idea de promover la creación del parque y desde entonces llevamos trabajando en ello en equipo", explica el biólogo ovetense, que colabora también con la Fundación Charles Darwin en las islas Galápagos, considerado el mayor santuario de tiburones del mundo.

La declaración de Revillagigedo completa un corredor protegido en las costas del Pacífico Americano, que comienza en Galápagos (Ecuador), continúa en la isla Malpelo (Colombia) y Cocos (Costa Rica), y acaba en el atolón Clipperton (Francia) y en Revillagigedo. Las islas mexicanas fueron nombradas en honor a Juan Vicente de Güemes Pacheco y Padilla, benefactor de Asturias.