Jordi Borja Sebastiá (Barcelona, 1941), geógrafo urbanista y profesor universitario, fue militante del PSUC y miembro de su Comité Central, así como del Comité Central del Partido Comunista de España. También fue diputado en el Parlamento de Cataluña y teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona. Ayer, en la librería-café La Revoltosa, invitado por Izquierda Unida, presentó el libro "Ciudades resistentes, ciudades posibles", que coordinó junto con Fernando Carrión y Marcelo Corti. El libro recoge más de una treintena de artículos de profesionales y académicos.
- ¿Qué son las ciudades resistentes?
-Entiendo que son por el papel que juega la ciudadanía sobre la ciudad. Es decir, los gobiernos, aparentemente, son los que hacen y deshacen. Los promotores o constructores parece ser que también tienen que hacer ciudad, pero lamentablemente intervienen no sobre la calidad de la ciudadanía.
- ¿Pero los ciudadanos tienen algún papel que jugar cuando son los ayuntamientos quienes tienen la llave del urbanismo?
-En primer lugar, la propiedad del suelo es privada. En segundo lugar, ahora ya no sabemos quienes son los que invierten en el territorio. Antes era un banco o una caja de ahorros del lugar, pero ahora vete a saber dónde está el dinero, ¿en un fondo de inversión, de pensiones, a otro banco, se compra deuda, etcétera? Esto da lugar a que intervienen en la ciudad unos actores económicos que quieren una rentabilidad inmediata. Por eso se hace urbanización sin ciudad. Por ejemplo, ¿por qué se construyen viviendas que no se pueden vender ni alquilar? Pero es un buen negocio, ya que si un banco de Estados Unidos tiene diez mil viviendas desocupadas en España tiene un capital ahí y tienen un valor. Así se hace negocio, con el aval de esas viviendas. Lo de menos es el valor de uso.
- Y el urbanismo ha sido el gran actor de la corrupción...
-En la zonas urbanas lo que funciona es la especulación. Si usted tiene un suelo rústico o no urbanizable con que se haga urbano puede pasar de valor diez a mil, por eso este asunto se presta a la corrupción. Tenemos en España el caso del Partido Popular, que es una organización criminal técnicamente, una organización que existe y sobrevive a través de una especulación ilegítima y de la corrupción. El Partido Popular, como tal, se puede decir que es una organización de delincuentes.
- Pero la corrupción urbanística también salpicó a otros partidos, también de la izquierda...
-Pero no tanto. Pero lo que me importa es quien gobierna. Es decir, Rajoy tendría que estar en la cárcel, no esos pobres desgraciados de los consellers catalanes que simplemente son unos amateurs de la política. Pero los del Partido Popular son unos delincuentes y me resulta inconcebible que los españoles puedan votar al Partido Popular.
- ¿Desde que gobierna el Ayuntamiento de Barcelona los Comunes se nota algún cambio?
-Diría que se nota bastante.
- ¿En qué?
-En casi todo. Por ejemplo, tiene una política de gestionar el turismo. No tengo nada que ver con el urbanismo de Barcelona, no me interesa la ciudad, lo que me interesa es el área metropolitana, que es donde están la desigualdades y la insostenibilidad más importante. Intentan hacer una gestión del turismo que no vaya en detrimento de la economía de mercado.
- ¿En qué influye negativamente el turismo?
-Hay algunos barrios concretos del centro histórico de Barcelona que han modificado su fisonomía por el "boom" de inmigrantes, que han ocupado el centro histórico más viejo, como el Raval, pero que creo que no es ningún problema, ya que trabajan, mandan a sus hijos a la escuela... Es decir, hay mucha gente que se preocupa por la llegada de inmigrantes, pero menos mal que vienen, son gente que llega en edad de trabajar y contribuyen al sostenimiento de las pensiones. El país que recibe siempre gana y el que pierde es el que expulsa. El Ayuntamiento de Barcelona lo que hace es controlar los apartamentos turísticos ilegales.
- ¿Cómo se pueden hacer más vivibles las grandes áreas metropolitanas?
-Hay que reorganizar el territorio. Por ejemplo, es un absurdo mantener las provincias, al menos en algunas partes de España, en Cataluña no tienen ningún sentido. Hay que construir regiones urbanas que sean sistemas de ciudades y no urbanización sin ciudad, que es lo que pasa en las zonas periféricas.
- ¿Sobran municipios?
-En Cataluña hay casi mil municipios de los cuales la mitad no llega a mil habitantes y muchos no llegan a quinientos.
- ¿Es sostenible?
-Siempre que se creen mancomunidades municipales. Calculo que si España tiene más de nueve mil municipios habría que pasar a mil, pero el problema es muy delicado: por un lado está la identidad local, que es muy importante, y dos, es que quizá en 1976 se hubiera podido hacer, pero ahora hay gobiernos locales elegidos. De lo que se trata es de crear una estructura superior para poder eliminar municipios, comarcas y provincias.
- Cambiemos de asunto. ¿Con las elecciones del 21 de este mes se solucionará el problema catalán?
-Pero el problema no es Cataluña, es España. En Cataluña hubo una reacción porque estábamos hartos.
- ¿Hartos de qué?
-Del Estados español, no de la sociedad española. El Estado español es una verdadera mierda y ya nos hemos cansado. Yo no soy independentista, pero es que este es un país que tuvo un inicio interesante de democratización a partir de 1976, pero que después se pervirtió.
- ¿Quién lo pervirtió, los dos grandes partidos, PP y PSOE?
-En primer lugar, la democratización fue a medias, fue un pacto con fuerzas absolutamente autoritarias.
- ¿O sea, la cuestión no estriba en que Cataluña quiere un régimen económico especial como tienen los vascos y los navarros?
-Creo que es lo que menos cuenta, lo que más irrita son los temas de identidad. El tema económico no afecta únicamente a Cataluña. Por ejemplo, las transferencias de dinero a las zonas del sur de España, que haya solidaridad, por supuesto, pero resulta que en Andalucía y en Extremadura el número de desocupados sigue igual. Enviar dinero, claro que sí, pero para generar desarrollo, no para subvencionar el desempleo. En el fondo, es una mala gestión...
- Pero todos los españoles somos iguales, según la Constitución...
-Lo que no tiene que haber son privilegios. En Cataluña hay muy poca gente que no quiera transferencias de dinero a otras partes.
