Gijón conserva la lágrima de Joaquín Rubio Camín. El artista, según cuentan los especialistas, realizó con su propio llanto la aguada que conserva un dibujo de Evaristo Valle yacente. Esta obra tan emotiva es una de las cuarenta que componen la muestra "Camín 10", con la que el Museo Evaristo Valle recuerda la trayectoria del Premio Nacional de Pintura y Escultura en el décimo aniversario de su muerte (1929- 2007). La mitad de la colección, que fue inaugurada ayer y estará expuesta hasta el 20 de enero en Somió, es inédita, fruto de nuevas adquisiciones. Destacan un conjunto de pequeñas esculturas sobre sus investigaciones del angular, y varias maquetas, donadas por el taller Antonio Varela Meana, de los elementos ornamentales que aportó a la fundación.

Uno de ellos es el cerramiento exterior del Museo Evaristo Valle, por el que ayer pasaron numerosas personas para asistir a la presentación de la exposición "Camín 10". No faltaron la viuda del artista, Carmen Díaz, su hija Mónica, su nieto Nicolás Ordozgoiti y su bisnieto Max Díaz. "Está mal que yo lo diga, pero de la obra de Joaquín me gusta todo. Él me decía que no tenía que ser tan publicista", confesó su mujer, de 84 años, entre risas, arropada por amigos y familiares. "Me parece muy bien que le rindan este homenaje. Y aunque suene cursi, es un honor", añadió.

De explicar el porqué de esta exposición y su contenido se encargó Francisco Zapico, amigo del propio Camín y comisario de muestras. Dijo ante el público que la obra del artista, uno de los más importantes de la segunda mitad del pasado siglo en España, se puede resumir en "un gran teorema atemperado por la poesía". "Camín tenía un gran vigor mental, humildad y cierto desapego con el mundo (...). No le importaba de dónde partía, pero sí a donde llegaba. Tenía que ser bello y ordenado", aseguró a modo de crítica. Todas las piezas de la colección, destacó, son "sorprendentes para cualquiera que las vea" y "testimonian la presencia de su ausencia". La exposición no sólo recoge su trayectoria desde 1950 a 1990, sino que demuestra su estrecha relación con Evaristo Valle.

De las cuarenta obras que componen "Camín 10", aproximadamente veinte son nuevas, como detalló Guillermo Basagoite, director de arte del museo. "Aparecieron en seguida, en parte gracias a los herederos de Antonio Varela Meana, taller de metalistería gijonés en el que trabajó Camín durante más de 20 años", explicó. En concreto, donaron las maquetas de los elementos ornamentales que hizo para el centro artístico de Somió, como el cerramiento exterior, la cancela del nuevo edificio y los patrones de las murias tradicionales asturianas. A ellos hay que sumar catorce esculturas de pequeño tamaño de 1990, que el gijonés produjo a modo de múltiples y trofeos, y que demuestran "la extraordinaria versatilidad e importancia que sus investigaciones tuvieron alrededor del angular como elemento escultórico", comentó Basagoiti.

La relación entre Joaquín Rubio Camín y Evaristo Valle también queda plasmada en la exposición con emotivos retratos. "El que hizo a Valle y que no terminó es de un valor incalculable, porque es el único que tenemos. Antonio Suárez también lo dibujó, pero lo debió destruir", contó Guillermo Basagoiti para detenerse a continuación en la lágrima de Camín. "Los dibujos de Evaristo Valle yacente los hizo a tinta y él mismo reconoció que le calló una lágrima y con ella hizo la aguada", agregó.

Junto a estos bocetos, colocados en una vitrina, se exponen el cáliz, patena y cucharilla, en plata y oro, que Camín diseñó en 1960 para la ordenación sacerdotal de su hermano Félix, realizada a partir de la fundición de elementos de una cubertería de plata aportada por los hermanos y del oro de las alianzas de sus padres. El cáliz acompañó al padre Félix durante más de medio siglo en su periplo de misionero en México. Tras su jubilación, decidió donar las piezas al museo, con el que mantuvo también una estrecha amistad. De similar naturaleza se muestra la medalla de plata diseñada para la Primera Comunión de su hija Mónica y una medalla conmemorativa de la inauguración del museo en 1983.

"Camín 10" se completa con un retrato al óleo de María Rodríguez Valle, sobrina de Evaristo Valle y amiga también del homenajeado. Asimismo, en Somió se pueden contemplar las catorce esculturas que ejecutó expresamente para cada emplazamiento del museo, cuatro de las cuales se exponen permanentemente en los jardines.