El pasado 1 de octubre, la Policía Local de Logroño abatía en pleno centro de la ciudad a un jabalí, que había causado numerosos desperfectos en portales. El ejemplar tuvo al menos un destino solidario: fue donado a la Cocina Económica de la Rioja, donde fue analizado, descuartizado y cocinado. El comedor social preparó con él un guiso con patatas y especias, que dio de comer a un centenar de personas con necesidades.

Los veterinarios, no obstante, alertan del aumento de triquina, la larva que provoca la enfermedad de la triquinosis. Para evitar que el parásito cause una enfermedad, los cazadores, guardas o agentes que donen un jabalí deben llevar al veterinario una muestra de cien gramos de una de estas partes del animal: pilares de diafragma, músculo de la parte inferior de la pierna delantera o base de la lengua. Con ella, y a partir del método de digestión artificial, el único válido en este momento, se determina si hay presencia de la larva que produce la triquinosis.

El Colegio de Veterinarios de Asturias advirtió ya a principios de este año que ni la congelación ni el cocinado puede eliminar este parásito, que se reproduce en el intestino humano, circula a través de la sangre y puede originar insuficiencias cardíacas e, incluso, la muerte de las personas afectadas. La elaboración casera de embutidos supone un peligro añadido, ya que el curado o ahumado de la carne tampoco consigue acabar con el peligroso parásito.