Estudiar el refugio de Cimadevilla -el único que se conserva de aquellas instalaciones que dieron cobijo a los gijoneses durante los años más duros de la guerra civil- para ver la posibilidad real de convertirlo en un museo y promover exposiciones y rutas guiadas de interés turístico entre los nichos y panteones de mayor interés social o arquitectónico del cementerio del Sucu son dos de los ocho proyectos de recuperación de la memoria social del concejo que se realizarán en los próximos meses gracias al apoyo económico del Ayuntamiento de Gijón, a través de una convocatoria de subvenciones por un importe global de 60.000 euros.

El estudio a nivel de anteproyecto del refugio de Cimadevilla lleva la firma de la asociación Lázaro Cárdenas y de la asociación Trece Rosas Asturias es el proyecto titulado "El fin de las horas" en el cementerio gijonés. Desde la Fundación Juan Muñiz Zapico se ha conseguido colaboración económica para dos propuestas: el documental "La lucha de las mujeres obreras en los barrios de Gijón en el final de la dictadura, años 60 y 70 del siglo XX" y una jornada sobre "Curas obreros en el antifranquismo gijonés".

La propuesta de subvenciones se completa con el curso de historia social de Gijón/Xixón en el siglo XX promovido por el centro asociado de Asturias de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), el documental "La fuerza de la palabra. Un documental sobre la tortura en Asturias" que impulsa la Asociación de fuentes orales para la historia social de Asturias, el libro "Con los pies en el barrio. Memoria del Humedal y Laviada" que se promueve desde la Sociedad Cultural Gijonesa y el documental "Con un arma en la mano" que presentó a la convocatoria la Federación Asturiana Memoria y República.

El estudio sobre el refugio de Cimadevilla busca dar un paso más en el proyecto que supuso en marcha la concejalía de Memoria Social, entonces con Jesús Montes Estrada (IU) al frente, en 2010 para catalogar los refugios civiles en la ciudad y crear un mapa guía que permitiera un recorrido por el Gijón de la guerra. El proyecto se tituló "1936Xixón1937". Desde la asociación Lázaro Cárdenas se entiende que visitar el refugio de Cimadevilla sería la guinda perfecta de ese itinerario. "Es un verdadero tesoro oculto que permitiría conocer la ciudad desde un punto de vista novedoso y atractivo en una clara política patrimonial del Ayuntamiento que sería pionera en el norte de España", dicen.

El objetivo está claro y ahora toca ver si el refugio está en condiciones y si todas las partes implicadas -incluida la Autoridad Portuaria como propietaria del almacén que sirve como acceso al refugio- están por la labor. El estudio a realizar generaría memorias arqueológica, geológica, arquitectónica, planimetría, aportación de documentación de archivos históricos y previsión presupuestaria para recuperar el refugio. Un trabajo de unos tres meses. La labor incorpora también una fase de divulgación del proyecto con presentaciones, charlas y rutas guiadas. La subvención concedida es de 6.957,50 euros.

Siete mil euros tendrá la entidad Trece Rosas Asturias para hacer efectivo el proyecto pensado por sus socios Víctor Valdés y Gladys Vicente bajo el nombre "El fin de las horas". Su objetivo central es poner en valor el cementerio civil de la ciudad e incorporarlo a la red de atractivos que Gijón ofrece a los turistas. El punto de partida es un trabajo de documentación sobre los enterramientos que allí hay para detectar los puntos de mayor interés, ya sea por la importancia del enterrado o el valor artístico de las construcciones funerarias.

El resultado de ese trabajo daría pie a desarrollar una serie de paneles explicativos a exponer en el edifico que albergara la sala de autopsias y a editar una publicación -un pequeño libro o una guía- para que los visitantes pudieran hacer una ruta por el cementerio. Si todo sale según lo previsto también habría un libro de más porte para divulgar toda la información conseguida e, incluso, un documental.

La guinda a ese pastel sería colocar en un lugar especial una estatua de un creador local con un reloj al que se le viera el mecanismo interno para simbolizar ese "fin de las horas" que da título al proyecto. La idea es rodear la estatua de rosales en honor al nombre de la entidad que promueve el proyecto.