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Periodista

Todos los partidos políticos apoyaron la potenciación de los festejos taurinos

El Ayuntamiento decidió no instalar la caseta de la Feria de Abril de Sevilla y se quitó la franja verde de los negros taxis, que pasaron a ser blancos

La comisión de Ecología y Medio Ambiente que presidía el único concejal de Coalición Democrática, Francisco Álvarez-Cascos, descubrió que se realizaban cuarenta y siete vertidos ilegales al río Piles -el entonces director de la Universidad Laboral, Viliulfo Díaz hizo un público lavatorio de manos, aunque nadie le había acusado de nada- porque la mayoría de las aguas negras provenían del Hospital de Cabueñes y del Club Hípico Astur. La ciudad no contaba todavía con ningún aparcamiento subterráneo, a pesar de que seis meses atrás el constructor Antonio Senén Rivera Fresno había presentado un proyecto firmado por los arquitectos Javier Fombella Blanco y Rami Noguero para la creación de un gran aparcamiento en la plaza de Europa, con capacidad para más de un millar de vehículos, pero por extrañas circunstancias la propuesta se había quedado en la nevera municipal de la tramitación burocrática. El concejal Francisco Álvarez-Cascos defendió por entonces la tesis de realizar un estudio serio para la creación de una red de aparcamientos subterráneos acorde con las necesidades reales de la población. Sin embargo, su propuesta ni fue leída en la comisión de Urbanismo y Obras que presidía Carlos Zapico optando porque los técnicos municipales estudiasen, de una vez por todas, la propuesta de creación de un gran aparcamiento subterráneo en la plaza de Europa.

Las tradicionales pérgolas de la playa, en entredicho. Los vecinos de Porceyo se opusieron radicalmente a que fuese instalada la perrera municipal en Fresno -donde había estado ubicado el Palacio de los Valdés que acogió al rey Pedro I "El Cruel" en sus batallas en el siglo XIV contra Alfonso Enríquez que tenía su alcázar en la torre de Rodrigo Álvarez de las Asturias en Trubia- y Duro Felguera afrontaba entonces una grave crisis empresarial, aunque Comisiones Obreras se desentendió de los graves disturbios que llevaron hasta la ocupación de algunos centros oficiales. Y la Corporación empezaba a poner en entredicho el futuro de las tradicionales pérgolas del Muro de San Lorenzo, con una cicatería tal que les llevó a convocar un concurso público para la mejor idea dotándolo con un premio de cincuenta mil pesetas. O sea que el futuro estaba muy claro: iban a demolerlas.

Carrillo, en el Ayuntamiento, con toda cordialidad. Aquel mes de enero de 1980, el gijonés Santiago Carrillo quiso darse el placer de visitar el Ayuntamiento y sentado bajo el retrato de Evaristo San Miguel dedicó a Alfredo Villa el libro "Eurocomunismo y Estado". Hasta fue abrazado de forma entusiasta, por Ángel Rodríguez manteniendo una relajada conversación con todos los representantes de los grupos políticos poniendo los puntos sobre las íes a todos, respecto a aquella ejemplar transición política. Después visitó la Casa Natal de Jovellanos firmando en el Libro de Honor -curiosamente después de Manuel Fraga, la persona que le presentó en sociedad en el famoso "Club Siglo XXI" de Madrid, quien había sido el ilustre anterior visitante- y la capilla de los Remedios, donde está la tumba del prócer gijonés.

Lo que son las cosas: se dio prioridad a la potenciación de la plaza de toros, antes, incluso, de la aprobación de los presupuestos municipales que pasaron de 1.250 millones de pesetas en el año de 1978 a 2.216 en 1980 -de los cuales ocho millones y medio de pesetas fueron destinados a los "gastos de representación municipal" para el pago de dietas y demás al alcalde, a su asesor y a los concejales-, mientras que el Presupuesto Especial de Urbanismo pasó de 188 a 347 millones de pesetas, dadas las grandes obras de urbanización que había que acometer en los barrios de la ciudad.

La recuperación del coso taurino de El Bibio. Todos los grupos políticos estaban de acuerdo en la necesidad de recuperar los ruinosos festejos taurinos. Andrés Álvarez Costales, Celestino de Nicolás, José Luis Ortiz y Francisco Álvarez se reunieron con las peñas taurinas llegando al acuerdo de un concurso-subasta que iba a ser convocado. La empresa adjudicataria tendría que organizar un mínimo de cuatro corridas y un espectáculo cómico, con el ruego de las peñas de que el Ayuntamiento controlara la subida del precio de las localidades.

La única voz discrepante fue la del concejal comunista Víctor del Busto quien era partidario de demolerla, dada su escasa utilización a lo largo del año, lo que fue rotundamente desmentido por sus compañeros de la Corporación, al advertirle que las instalaciones municipales menos utilizadas eran las de El Molinón, lo que hizo que fuese zanjada la polémica.

La convocatoria fue publicada el 23 de febrero en el Boletín Oficial de la Provincia y una amplia difusión se dio de las bases -hasta en los periódicos nacionales- a fin de que la licitación fuese lo más concurrida posible. Así se quería abrir una nueva etapa para volver a los tiempos felices de "La Bombonera", con al menos cuatro corridas de toros y una concesión por cuatro años con un canon de un millón y medio de pesetas. El Ayuntamiento ató bien todos los cabos para que tanto las ganaderías, como los toreros fuesen de la máxima categoría. De la convocatoria quedó excluida la empresa "Nueva Plaza de Toros de Madrid, S.A." -cuyo representante legal en Gijón era el perito municipal Justino Martín, quien había heredado de su padre las responsabilidades- que había hundido totalmente los festejos que se celebraban en el coso taurino de El Bibio.

La franja verde desaparece de los taxis negros. Eran tiempos de cambios en todo y el Ayuntamiento optó porque aquellos taxis -entonces había 246 licencias, diez de ellas concedidas a taxistas amnistiados- de color negro con franja verde pasasen a ser blancos con el escudo de Pelayo y el hombre de Gijón en color rojo reflectante, así como pilotos en verde para advertir que iban libres.

La idea de la franja verde provenía de los tiempos en que Daniel Palacio era el director de la Oficina Municipal de Turismo. Una vez viniendo en motocicleta con Juan Ramón Pérez las Clotas desde Santander, se les ocurrió la idea de darle el nombre de Costa Verde y así a Gijón se la conocía turísticamente como la capital de la Costa Verde.

Otra de las ideas que iban a ser archivadas fue la de la polémica caseta de abril en la Feria de Sevilla que había sido creada cuando Daniel Palacio amplió la Ruta de la Plata desde Sevilla a Gijón, lo que motivó la instalación de la caseta del Ayuntamiento en la calle que el ferial sevillano dedicó al gran torero Juan Belmonte, como guinda de un intercambio cultural y turístico entre Andalucía y Asturias. A pesar de las críticas populares, el Ayuntamiento la mantuvo, pero fue yendo a menos quedándose limitada a una "frescacha" municipal. Antes de tomar una decisión, Carlos Zapico se desplazó hasta Sevilla para ver qué se podía hacer, ya que no era cosa de que la gente fuese allí solamente a beber sidra y vino, sino que había que tratar de desarrollar un programa de actividades culturales con una cierta coherencia. En definitiva, la comisión de Turismo y Festejos -con el voto en contra del concejal comunista Luis Felipe Capellín- acordó no instalarla aquel año, con lo que se perdió un emplazamiento privilegiado y del tema no se volvieron a acordar más.

Gijón era entonces una ciudad sin planificación turística, en la que solamente se respiraba humo de las barricadas, polvo de las sucias calles y desidia general, de ahí que aquella ilusionada Corporación buscase nuevos aires de progreso. Tiempo al tiempo.

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