La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Memoria de los gijoneses que se han ido

El obituario de 2017 se llenó de figuras ilustres, como el filósofo García Rúa, el pintor Rodolfo Pico y el centenario jesuita Gumersindo Treceño

Rodolfo Pico.

Nada más comenzado el año tenía lugar en Muñó, Siero, el funeral por Loli Vigil quien regentara durante años el bar Rubiera en Baldornón. Era la madre de la periodista Ana Rubiera y del ciclista Chechu Rubiera, y se recordaba en varios artículos la historia del bar Rubiera, o El Llagar como lo conocían los vecinos, abierto siempre, "ya no era necesario, como en otras épocas ir a casa de los Rubiera a llamar por teléfono y para otras gestiones pero el bar sigue siendo el centro social de la zona".

Muy poco más tarde moría, muy joven, a los 51 años, Rosa Yepes y eso supuso un duro golpe para Mar de Niebla entidad a la que estaba relacionada como trabajadora y voluntaria; y también a principios de enero moría Vicente Guillem Martí, uno de los grandes heladeros de Gijón e hijo del fundador de La Ibense Vicente Guillem Pina. Un artículo de Pablo Tuñón nos recordaba que el primer negocio heladero lo tuvo Guillem Martí en Somió, junto a La Pondala en la década de 1920, y luego vino el traslado de La Ibense (porque la familia era de Ibi, Alicante) en 1949 al barrio de La Arena.

Muchas páginas de LA NUEVA ESPAÑA, y durante varios días, fueron ocupadas por la muerte a los 93 años, en Granada donde vivía desde hacía varias décadas, del gijonés José Luis García Rúa, "filósofo libertario, catedrático emérito en la Universidad de Granada, que fuera secretario general de la CNT, impulsor en los años sesenta de la academia obrera de la calle Cura Sama, figura carismática de la izquierda asturiana y despedido en Granada con el himno A las barricadas?". Entre otros recordaba su figura el Ateneo Obrero y un artículo de Chema Castiello.

Todavía en enero morían Ramón Fernando Prendes, 54 años, presidente del Orfeón Gijonés; Julio Matilla Perisé, a los 95 años, fotógrafo que fuera de LA NUEVA ESPAÑA, y en marzo, a los 64 años, el pintor Rodolfo Pico, que era recordado por Pelayo Ortega, "estaba pintando como nunca", por Rubén Suárez, "pintor de paraguas, gatos, gotas de lluvia?" y por José Antonio Samaniego, "siempre celebraba a Santa Gertrudis, patrona de los gatos". Curiosamente Rodolfo Pico tenía abierta en ese momento una exposición en el Museo Evaristo Valle con mucho éxito antes y después de la fecha de su muerte.

Emilio Muñiz moría el 3 de marzo y El Negro, como toda Cimavilla y todo Gijón lo conocía, dejaba tras sí una larga trayectoria en defensa de los demás, por ejemplo desde su presidencia durante años de la asociación de vecinos Gigia de Cimavilla. Ya desde cuatro años antes, desde el 1 de octubre de 2012, una calle del barrio con vistas al Elogio del Horizonte llevaba su nombre. En el mismo mes morían, a los 85 años, Adolfo Sánchez del Río, antiguo propietario del restaurante Mercedes; Arturo González Otero, a los 78 años, que sin ser concejal ni funcionario municipal era conocidísimo en la Casa Consistorial, "jubilado de Ensidesa, durante 35 años asistió a los plenos del Ayuntamiento, y hablamos de cerca de 500 plenos?", y a mediados de marzo moría el expresidente del Sporting Ramón Muñoz , que estuvo al frente del club entre 1986 y 1989 sustituyendo a Manuel Vega-Arango.

El sacerdote gijonés José Luis Sánchez Díaz, canónigo de Covadonga, moría a finales de abril y recordaba el diario su labor pastoral durante cuarenta años en Gijón, Pola de Allande, Campo de Caso y en el Real Sitio de Covadonga; como "afable, de verbo ágil y respuesta ingeniosa, de vasta cultura y teología muy tradicional, de espíritu carmelitano y lector de Santa Teresa" era recordado en un artículo por Javier Gómez Cuesta párroco de San Pedro. Al periodista gijonés Carlos Cabeza Miñarro, que había muerto en Argentina a los 84 años, lo recordaban en sendos cariñosos artículos Francisco García, director de LA NUEVA ESPAÑA de Gijón y el también periodista Fernando Canellada.

Fue muy sentida también la muerte, el 21 de junio, del doctor Raúl Álvarez Obregón a los 69 tras sufrir en el Club de Regatas una hemorragia cerebral de la que no se pudo recuperar. Se había jubilado en 2012 siendo jefe del servicio de Cirugía General del Hospital de Cabueñes, pero seguía activo en la sanidad privada donde llevaba muchas décadas y donde su presencia tenía un notable peso específico. Un artículo de Alfonso Peláez hablaba del médico y también de José Hernández, de la ferretería Hernández, y de la profesora Rosario Rendueles que habían fallecido en la misma semana que el doctor Obregón, "tres gijoneses ilustres y de largo recorrido y que dieron a esta capital marítima lo mejor de su sapiencia", escribió Peláez.

A finales de junio moría Elías García, muy joven, con 44 años, quien era responsable de protocolo de la Cámara de Comercio de Gijón. Se publicaban algunas fotos de su entierro, en la iglesia del Colegio de la Inmaculada, y al poco la misma iglesia llena con cientos de discípulos acogía el funeral por Pedro Menéndez Cifuentes, jesuita playu a quien todo el mundo llamaba El Chifu y que se dedicó a la docencia, a cultivar la amistad y la fe toda su vida, hasta los 77 años.

Hubo luto en la piscina grupista cuando moría a causa de un infarto (en Budapest, donde participaba en el mundial de veteranos) el nadador Antonio Sánchez Modéjar; tenía 65 años y recordaban su carrera dos artículos de Jorge Junquera y Víctor Triviño, y la Federación Internacional de natación le concedía a Sánchez Mondéjar, a título póstumo, la Medalla de Oro.

En septiembre ocurría un caso bien curioso. El médico Rafael Algueró moría a los 55 años y a las 48 horas fallecía a los 94 años su madre Leónides García. "La parroquia de San Julián acogió el funeral de doña Leónides; en la misma iglesia y a la misma hora en que dio el adiós a su hijo dos días antes". Un sabio era Manuel Álvarez-Valdés, historiador, jurista (fue uno de los fundadores de la Academia Asturiana de Jurisprudencia), consejero en grandes proyectos de empresa, y desde luego notable jovellanista. Son un referente, los libros y estudios de Álvarez-Valdés sobre Jovellanos para quien quiera acercarse al ilustrado, "estaba terminando otro libro sobre Jovellanos", contaba su hijo en el tanatorio de Oviedo.

En septiembre nos dejaba María Elena Peón, viuda de José González El Presi el legendario cantante de tonada asturiana. A comienzos de octubre Luis Díaz Higarza, párroco de Pumarín, y el día 15 el padre Gumersindo Treceño, a los 104 años, que era el decano de los jesuitas. Setenta años estuvo en el colegio de la Inmaculada y recordaban su figura José Antonio Fidalgo, antiguo alumno y exprofesor, "uno más en el cielo", y Víctor Manuel Rodríguez Blanco, presidente de los Antiguos Alumnos, "Padre Treceño, grandes manos mayor corazón".

El 19 de octubre moría en la costa gallega, pescando, como era su afición, Chano Castañón, "Gijón llora la pérdida del conocido hostelero del Café Gregorio y avezado pescador". Lo recordaba Miguel Barrero, "Chano estaba tan enamorado de la mar que la mar se sintió legitimada para llevárselo", y en los Capuchinos, justo al lado de la calle que lleva el nombre de su padre Luciano Castañón, su entierro fue multitudinario.

El mismo día de octubre morían Constantino Lorenzo Granda, Tino el de La Versal, de 88 años, dueño de la imprenta La Versal, destacado grupista, y en su juventud cinco veces campeón de España de piragüismo, y Arsenio González , 86 años, la gran sonrisa del teatro costumbrista asturiano y que seguía fiel al escenario.

En noviembre nos dejaba en Barcelona donde vivía desde años antes, el gijonés Paco Sarasúa, economista y que había sido concejal en Gijón desde 1979 hasta 1987. Tenía Sarasúa 64 años y 76 tenía el jesuita Pachi Cuesta que era impulsor de los campamentos de verano y apasionado del baloncesto en el colegio de la Inmaculada, el mismo colegio donde había estudiado Paco Sarasúa. Pachi Cuesta, en el carné Ángel Cuesta Ramos, era despedido el sábado 25 de noviembre en la iglesia del colegio y en su funeral se recordaba que había sido fundador del Gijón Baloncesto, puntal de la comunidad jesuita y que vivía para "amar y servir".

La última despedida del año ocurrió este mismo jueves, con el fallecimiento a los 73 años Moisés Llordén, catedrático de Historia Económica de la Universidad ovetense y gran conocedor de la vida y la obra de Jovellanos. Zamorano de nacimiento, gijonés de adopción, fue vicerrector de Extensión Universitaria durante el mandato de Julio Rodríguez y presidió el Foro Jovellanos durante unos meses, tras el fallecimiento de Juan José Plans y hasta la llegada de Ignacio García-Arango.

Compartir el artículo

stats