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Una oportunidad histórica para el Revilla-Gigedo

Crear un gran museo como complemento de la desbordada pinacoteca municipal le da vida a un inmueble cuyo coste de mantenimiento anual es de cien mil euros

La plaza del Marqués, con el Palacio de Revillagigedo y la Colegiata de San Juan Bautista al fondo. ÁNGEL GONZÁLEZ

Una gran noticia es que la Fundación Cajastur haya sido receptiva a la idea de darle un contenido museístico de futuro al palacio de Revilla-Gigedo, que desde el tsunami de la desaparición de la Obra Cultural -la Social sigue, no obstante- de la Caja de Ahorros de Asturias han sufrido ayuntamientos y asociaciones, al quedar sin ese respaldo financiero. Tal parece que los astros se ponen en línea para la recuperación del emblemático palacete medieval para crear allí un gran museo de Gijón, complementario con el ejemplar Bellas Artes de Oviedo, que tampoco tiene expuestas permanentemente por problemas de espacio obras de grandes artistas gijoneses como Orlando Pelayo, Antonio Suárez y Navascués.

La unión de todos los grupos municipales -aquí no cabe oposición alguna, ya que no estamos discutiendo temas partidistas, ni ideológicos- es fundamental para que logremos dar un horizonte cultural definitivo al desaprovechado palacio -una vez que han disuelto la Obra Cultural de Cajastur-Liberbank- y no saben qué hacer con él ya que su mantenimiento anual ronda los cien mil euros.

Un recordatorio para la historia. La Caja de Ahorros de Asturias nació de la fusión el 17 de junio de 1946 de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad Municipal de Gijón con la de Oviedo, dependiente de la Diputación Provincial, aunque dado que la institución financiera gijonesa aportó muchos más fondos que la ovetense, se le concedió estatuariamente la vicepresidencia de la nueva institución financiera asturiana al Ayuntamiento de Gijón.

Y he aquí que Álvaro María del Milagro de Armada y Ulloa, conde de Revilla-Gigedo, además de donar en los años sesenta varios acuíferos de su propiedad en Deva para paliar el problema del abastecimiento de agua, también tuvo la generosidad de vender a Gijón por el precio simbólico de 25 millones de pesetas el palacio de Revilla-Gigedo, la Colegiata de San Juan Bautista y los edificios adyacentes, ya que no logró financiación para convertirlo en un hotel, a fin de desarrollar el proyecto que en su día encargó al arquitecto gijonés Juan Bautista Martínez-Gemar.

Al no saber qué hacer con él y siendo consciente de que había que frenar su deterioro arquitectónico, la operación de compra-venta se llevó a cabo tras una discreta gestión del constructor y entonces concejal del Ayuntamiento, Ángel Rodríguez cuando era alcalde Luis Cueto-Felgueroso, que se encauzó a través de la lamentablemente desaparecida Obra Cultural de la Caja de Ahorros de Asturias.

No hay nada mejor que recurrir a las implacables hemerotecas -como siempre decía Juan Ramón Pérez las Clotas- para centrar históricamente el tema.

José Manuel Vaquero, corresponsal en Gijón de LA NUEVA ESPAÑA publicó el 8 de marzo de 1978 la noticia: "El palacio gijonés de Revillagigedo, del siglo XV, va a convertirse en una gran casa de cultura, después de ser sometido a una importante obra de restauración, sin alterar su fisonomía arquitectónica exterior, pero introduciendo una serie de modificaciones en la distribución interior que permitirá el aprovechamiento de una superficie de 5.930 metros cuadrados. Esta casa de la cultura, absolutamente necesaria para Gijón, que con más de 200.000 habitantes es la primera población asturiana, constará de tres plantas destinadas a hemeroteca, salas de exposiciones, centros de reunión, cafeterías, oficinas, salas de junta, salas de conferencias, salas de lectura, una planta-jardín y un almacén. El proyecto es de la Caja de Ahorros de Asturias, entidad que adquirió el viejo palacio en 25 millones de pesetas".

Aunque tres administraciones públicas colaboraron financieramente en la rehabilitación del emblemático palacio gijonés -el Ministerio de Cultura, el gobierno del Principado de Asturias y el Ayuntamiento de Gijón- respaldando así la nueva propiedad de la Obra Social y Cultural de la Caja de Ahorros de Asturias, ya se sabe que al cocer todo mengua y como nunca hubo una gestión coherente, la entidad financiera de la que actualmente es propiedad optó por buscar nuevos horizontes para tratar de paliar los costosos gastos que suponen su mantenimiento anual.

Tras la constitución el 23 de julio de 2014 de la Fundación Cajastur-Liberbank, se encontraron con un fastuoso patrimonio arquitectónico en toda Asturias, al que tenían que darle una honrosa salida financiera ya que los bancos, como es sabido, para lo que están es para ganar dinero. Y en Gijón, concretamente, tienen cuatro edificios con los que no saben qué hacer: el palacio de Revilla-Gigedo con la colegiata de San Juan Bautista, la adyacente sede del Ateneo Jovellanos que pronto abandonará para trasladarse a la renovada Escuela de Empresariales, la casa del Monte de Piedad y el complejo de la Trinidad formado por el palacio de los Jove-Huergo y la capilla anexa del siglo XVII que en 1989 fue convertido en museo de Barjola -un gol por toda la escuadra que le metieron al presidente Pedro de Silva los especuladores financieros con obras artísticas, tal como hicieron los Sitges con Nicanor Piñole- con el que tienen un grave problema: si lo cierran como museo volvería a ser propiedad de las monjas hermanas trinitarias.

Un acuerdo institucional de todos los grupos municipales. Con las cartas puestas sobre la mesa, el Ayuntamiento no puede perder más el tiempo y todos los grupos municipales deberían de ser conscientes de la importancia institucional histórica de estar unidos para dar una utilidad de futuro al emblemático palacio de Revilla-Gigedo como el gran Museo de Gijón haciendo caso a la eficaz y honrada profesional que es Lucía Peláez. Pero, eso sí, sin olvidarse de que la valiosa colección artística de Cajastur -actualmente colgada casi en su totalidad en las oficinas de la sede institucional en el edificio con el número 4 de la calle de San Francisco de Oviedo- debería de ser un complemento fundamental para la creación del gran Museo de Gijón.

¿Cómo se puede financiar todo eso? Nadie duda de que los asturianos -y los gijoneses más- somos muy grandones, pero cuando se viaja por el mundo siempre hay que pagar para visitar la mayoría de los museos. ¿O no? Ya va siendo hora de que pongamos en valor la Cultura y que ante el inevitable cierre de las galerías comerciales, los artistas asturianos tengan una sede idónea para poder exponer sus obras sin castigarles con comisiones en los precios de venta que llegan hasta el cincuenta por ciento.

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