Que Melchor, Gaspar y Baltasar son magos, quedó demostrado ayer en Gijón. La lluvia, constante durante toda la mañana, cortó su incesante caída en cuanto las tres dromedarias que cargaban en sus grupas con Sus Majestades -Carmen, Brigie, y Pantoja- asomaron sus hocicos en la explanada del Acuario.

Esperándoles, una marea de paraguas que pronto se cerraron, dejando paso a los gritos de los más pequeños, y los no tanto, aclamando a su rey mago preferido. El del pequeño Alejandro Martín, de 5 años, colocado en una posición inmejorable al inicio del recorrido es Melchor, al que gritó enfervorecido, a la espera de su regalo: un coche teledirigido. Olivia López y Leo Miguel Arenas, primos de 3 y 2 años respectivamente, esperaban a Sus Majestades disfrazados, con capa y corona, como los Magos de Oriente a quien saludaban.

Distinto atuendo portaban Álvaro Menéndez, Gonzalo García, Pablo Cuetos y Nicolás Rodríguez, de entre 9 y 11 años, quienes acudieron a la popular "cabalgatina" con sus bufandas del Sporting al cuello, "porque los Reyes son sportinguistas". Entre sus peticiones, una tablet, o unas botas de fútbol "para marcar muchos goles en mi equipo, la Inmaculada", apuntilló García. Pero, por encima de todo, un deseo: "que suba el Sporting".

Melchor, Gaspar y Baltasar realizaron un recorrido junto a las aguas del Cantábrico, por Poniente, hasta la plaza del Marqués, precedidos por la Banda de Gaitas "Villa de Xixón" y acompañados por millares de niños y mayores en los márgenes del recorrido.

Ya en la plaza, los Reyes saludaron a cuanto niño les esperaba, con las caras cargadas de ilusión. Como al pequeño Adrián Tuya, de 3 años y ataviado con un colorido gorro de lana, a quien Melchor cogió en brazos después de haberse pasado "toda la mañana gritándole". Una ocasión para pedirle en persona sus regalos: "muchas cosas", entre ellos, "unos pingüinos".

Igual de ambiciosa, merced a lo bien que se portó y sus buenas notas, se mostró Martina Argüelles, de 8 años, que pidió a los Reyes Magos, "un perro, juegos y una bicicleta". A cambio, y siguiendo con la tradición, dejó en su casa, para Sus Majestades, "galletas, un vaso de leche y comida para los camellos", antes de acudir por la tarde a la gran cabalgata "en familia, con mis padres y mis primos, cargados de confeti y serpentinas".

Alejo Rivero, de 8 años, tampoco se olvidó de dejar dispuesto un tentempié para Sus Majestades: "zanahorias y agua para los camellos, café para los Reyes para que aguanten toda la noche y un poco de champán", para hacerles más amena la tarea.

Tras recoger las últimas cartas de mano de los niños más rezagados, los Reyes Magos procedieron a atender a todos los pequeños en el tradicional encuentro en el salón de recepciones del Ayuntamiento de Gijón. "Me preguntaron que si había sido buena y les dije que sí, que saqué muy buenas notas", aseveró Marta Ojeda, de 10 años, por lo que confía en que le regalen sus botas de descanso de esquí y "unos rotus para el cole".

Más nerviosos por conocer a los Reyes en persona se mostraban, en las puertas del Consistorio, Iker González y María Morán, de 8 y 10 años, que aseguraron haber gritado "muchísimo" en el recorrido matinal. Eso sí, aún les quedaba voz para la gran cabalgata de la tarde.