La Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Odontólogos y Estomatólogos de Asturias acaba de otorgar el XXIX Premio "Francisco Martínez Castrillo" al doctor gijonés Miguel Peña López, en reconocimiento "a sus cualidades humanas, inquietud científica y vida colegial".

Peña López es licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Oviedo, doctor en Medicina y médico especialista en Estomatología, tiene un máster en metodología de la Investigación en Ciencias de la Salud. Desde 1988 es docente en la Facultad de Odontología de la Universidad de Oviedo donde imparte las asignaturas de Odontología conservadora, Prótesis estomatológica y, actualmente, Odontología integrada de adultos. A su ejercicio profesional, que desarrolla en Gijón desde el año 1985, se suma una prolífica labor como escritor científico.

- ¿Qué supone esta distinción para usted?

-Es una satisfacción enorme, es el reconocimiento a una trayectoria profesional y también a los valores personales de servicio a la odontología, compañerismo y capacidad de trabajo. Es el premio de todos los que tengo que más me ilusiona.

- ¿Cómo ha ido evolucionando la profesión en los últimos años?

-De forma radical. Cuando yo empecé más del 80 por ciento de los trabajos que hacíamos eran empastes de amalgama de plata y hoy el 80 por ciento de mi trabajo tiene que ver con implantes. Los implantes nos dieron por primera vez la oportunidad de reponer la función de una forma casi natural y en este momento supone la mayor parte del trabajo que hacemos. Las nuevas tecnologías también han implicado una gran revolución, sobre todo por la incorporación de la informática a la clínica, que nos permite diagnosticar digitalmente, diseñar las prótesis digitalmente, fabricarlas con ordenador... y eso hace que se reduzcan las posibilidades de error.

- ¿Cuál es el área de la odontología en la que más se está investigando en el momento actual?

-No hay campo de la odontología que esté más puntero que los demás, se están llevando a cabo investigaciones avanzadas en numerosos aspectos, tanto en materiales para restaurar como en el estudio de las cargas de la oclusión para ver cómo dañar menos al sistema masticatorio... La periodoncia es quizás el área más puntera, están investigando las bases de la biología molecular de forma muy avanzada.

- ¿Cuáles serán los materiales del futuro?

-Es coger un poco la bola de cristal, pero yo creo que las cerámicas serán las principales, creo que van a sustituir al titanio de los implantes. Será probablemente donde más se avance en restauración.

- ¿Es buena la salud bucal de los asturianos?

-Yo diría que normal, aunque las últimas investigaciones que he hecho en este campo son de hace ya unos años. Pero yo veo que es normal por lo que pulso con los compañeros de Atención Primaria. Lo que no hay es suficiente cultura de cuidado de la boca, sobre todo si lo comparamos con otros países nórdicos mucho más avanzados en la prevención.

- ¿Cómo corregirlo? ¿Quién es el responsable?

-Probablemente las autoridades, aunque con muchas comillas. Son los poderes públicos los que tienen la capacidad de formar a la población, las autoridades sanitarias deberían poder fomentar la cultura de los cuidados y la prevención.

- ¿Cuáles son los problemas más recurrentes con los que llega la gente a consulta?

-Sobre todo las pérdidas dentarias, el haber sido desdentados en la juventud y en la edad media de la vida hay que reponer esas ausencias. Ahora los dientes perdidos ya no se sustituyen con prótesis sino con implantes.

- ¿Qué consejos da a sus pacientes?

-La prevención es más barata que el tratamiento, y la prevención en odontología es muy sencilla: basta con cepillarse bien la boca, es algo muy barato. Pero son hábitos que se tienen que crear desde la infancia, y desde la temprana. No estamos hablando de los cinco años, sino de antes. Y como ocurre con toda la formación de los niños, esto se hace copiando a los padres, por imitación de lo que hacen los mayores. El consejo es que los padres se cepillen los dientes delante de los hijos y que les cepillen los dientes ya desde pequeñitos. Sólo con ese gesto ganaríamos mucho en salud bucodentaria.

- ¿Por qué la gente tiene tanto miedo al dentista?

-Porque la mayoría de las personas tienen algún shock postraumático, algún trauma infantil. Cuando llevas a un niño pequeñito al médico, generalmente el médico le agrede psicológicamente de alguna forma: si le tiene que mirar la garganta, las vacunas... todo eso crea una tensión emocional que deja un trauma. Y esos microtraumas crean un problema a los pacientes, a cualquiera que le pregunte en la consulta me cuenta una película de terror de cuando tenía cinco años en un médico. Y eso se arrastra hasta ahora, aunque sepas que el dentista no hace daño.

- Cada vez hay más ortodoncias...

-Los problemas siempre han estado ahí, lo que pasa que no había recursos para tratamientos. Ahora afortunadamente vivimos muchísimo mejor, con lo cual tenemos más recursos económicos para corregir cosas, y además tenemos mucha más salud y gastamos menos en otras patologías porque no las hay.

- ¿Estamos obsesionados con la perfección?

-Sí, definitivamente sí. Estamos influidos por las series americanas en las que todos los niños tienen unos dientes blancos perfectos. Y a veces llegan a la consulta jóvenes a corregir cosas que me da la risa, y les digo a las madres que si fueran mis hijos no se las corregía porque no es necesario. Pero los padres y los chicos aún así insisten en corregir cosas que realmente no son problemas. Y esto viene de una tendencia social general en el que todos queremos ser muy guapos para salir en Facebook perfectos. Yo doy el servicio de corregir esos dientes pero hay muchas veces que desaconsejo a los padres que lo hagan, y lo hacen. Hay personas que son guapas y se están fijando en un dientecillo un poco torcido.