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ARANCHA ARGÜELLES | Profesora de Ciencias Físicas en la Universidad de Oviedo, acaba de escribir su primera novela

"Escribir es más personal; la literatura está más cerca del alma que la ciencia"

"La empatía se nos da mejor a las mujeres, y para dar un toque de humor es mejor contar con el punto retorcido que tenemos nosotras"

Arancha Argüelles, con su novela, en el campus de Gijón. JUAN PLAZA

Arancha Argüelles (Gijón, 1972) es licenciada en Ciencias Físicas por la Universidad de Cantabria y doctora en Ciencias por la Universidad de Oviedo. Ha trabajado en diferentes entidades públicas y privadas, principalmente en el ámbito de la investigación de materiales, y en la actualidad es profesora de la Universidad de Oviedo en los campus de Gijón y Mieres. Amante de la ciencia, la literatura es la otra pasión de su vida, en la que acaba de debutar con su ópera prima: la novela "El túnel de Silvia", editada por Carmen Casal. Un relato con Lisboa como telón de fondo que no es el único; su afición a la escritura viene de muy atrás.

- ¿Cómo se pasa de la física a la escritura?

-Más bien fue al revés. Escribir cuentos y hacerles una portada con cartulina y unas grapas era uno de mis juegos infantiles. La afición por la Física llegó mucho después. De hecho, antes de decidir ser Física, lo que quería era ser Bióloga, una especie de Dian Fossey. Me imaginaba como ella, en África, rodeada de gorilas y apuntando en un cuadernillo lo que hacían. Me encantó "Gorilas en la niebla", pero ya en COU leí algunos libros divulgativos de Física que me fascinaron y decidí que quería aprender más sobre aquello. La afición a escribir, sin embargo, ha sido una constante en mi vida. Casi, una necesidad.

- ¿Tienen algo en común ambos mundos?

-En mi caso, al menos, no. Casi diría que son antagónicos. Cuando más cansada he estado en mi vida profesional, más he necesitado escribir, para "coger aire".

- ¿De dónde le viene la inspiración para su novela?

-Fue naciendo por escenas. De vez en cuando, a partir de situaciones cotidianas propias o contadas por terceros, venían a mi cabeza escenas incluso cómicas, que eran una especie de versión esperpéntica de aquellas otras, más reales. Me reía yo sola imaginándolas. Al cabo de un tiempo, cuando tuve oportunidad de sentarme a escribir algo más largo que un relato breve, decidí crear una ficción con un personaje que se topase con alguna de aquellas situaciones y otras muchas.

- ¿Por qué en Lisboa?

-En realidad, solo la primera parte transcurre allí. Estoy enamorada de esa ciudad. Viví en ella varios meses y me sentí como en casa. Igual que Silvia, la protagonista de la novela. Me encantaba hasta la suciedad de sus calles y esas aceras llenas de bultos, o de esos agujerillos que dejan los pequeños adoquines que se van soltando y me hacían retorcerme el tobillo cada poco, a mí que soy bastante patosa. Eso es literalmente estar enamorada, ¿no? Cuando hasta lo feo y malo te parece maravilloso. Así que, ¿qué mejor lugar para situar el principio de mi primera novela?

- ¿Y por qué un personaje femenino?

-No me lo planteé. Creo que era lo natural. Pretendía narrar (con humor, a ser posible) una historia en la que salieran a relucir, a través de escenarios cotidianos, cercanos, los sentimientos, las locuras (no patológicas? o sí), las glorias y las miserias del alma humana. Para eso necesitaba un personaje empático y creo que la empatía se nos da mejor a las mujeres. Y para darle el toque de humor también es mejor contar con el punto "retorcido" que tenemos nosotras, capaces de buscar el doble sentido o intención, y hasta el tercero o el cuarto, si nos dan tiempo.

- ¿Son críticos sus alumnos con su novela?

-No creo que se imaginen que he escrito una. Los que lean el periódico, se enterarán cuando vean esto. Salvo las personas más allegadas a mí , y no todas, la gente no sabe de esta afición mía.

- ¿Es más difícil enfrentarse a un aula de universitarios o a los lectores anónimos?

-Teniendo en cuenta lo nerviosa que me puse el día de la presentación del libro, me parece más difícil lo segundo. ¡Sin ninguna duda! Cuando escribes, en cierto modo, sacas a la luz un poco de tu mundo interior. Cuando das clase, intentas transmitir aquello que has aprendido. No es tan personal. Basta con superar el famoso "miedo escénico" o a hablar en público. La literatura, en mi opinión, está mucho más cerca del alma que la ciencia, y eso es más difícil de compartir.

- ¿En qué área se centra su investigación en el campus gijonés?

-En el ámbito de los materiales. Más concretamente, en el comportamiento magnético de aceros.

- ¿Habrá más novelas?

-Me encantaría. Lo complicado es encontrar el tiempo. Tengo ideas para distintas historias, que voy guardando en un archivo del ordenador, con intención de escribirlas si llega la oportunidad, por ejemplo, si vivo para jubilarme.

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