A Sonia Meléndez Mitre -la conocida hostelera gijonesa que apareció muerta en su casa con signos de violencia el 16 de julio de 2015- la asesinó una persona "fuerte y corpulenta" que la estranguló con la mano derecha mientras que con la izquierda le tapaba la boca y ejercía presión con su cuerpo sobre el pecho de su víctima. Esta es la conclusión a la que llegaron los médicos forenses que le realizaron la autopsia entonces y que mantuvieron ayer, al declarar en la primera sesión del juicio con jurado que busca dar respuestas al crimen. El atacante de Mitre, confirmaron los peritos, se colocó encima de ella impidiendo que pudiera defenderse, como demuestran los hematomas que mostraba por todo el cuerpo, amén de los golpes apreciados en la cabeza provocados por el impacto contra algo sólido, que podía ser el suelo. ¿Ese hombre corpulento y fuerte es el acusado Abdou Ndiaye, conocido como Makelele, y expareja de la víctima? Ayer, volvió a reiterar su inocencia asegurando que estaba "comiendo en casa" a la hora del crimen, pero la respuesta deben darla los nueve miembros del jurado popular encargados de evaluar lo oído y leído durante esta semana en la vista oral que pretende dar respuesta a esta incógnita que planea sobre Gijón desde hace más de dos años.

La primera sesión del juicio, de las seis previstas, comenzó ayer a las diez de la mañana, con la elección de los miembros del jurado: nueve personas más dos suplentes. Entretanto, el único procesado por estos hechos, Abdou Ndiaye -de 35 años y nacido en Senegal- llegaba al Palacio de Justicia de Gijón en un furgón de la Guardia Civil procedente del Centro Penitenciario de Asturias, donde lleva 838 días de prisión preventiva. Tras un receso, la vista se retomó pasadas las once y media, momento en el que el presidente de la sección octava de la Audiencia Provincial, Bernardo Donapetry, leyó pormenorizadamente y en alto los escritos de calificación inicial presentados por las partes para situar al jurado en el procedimiento en el que deberán dilucidar sobre la responsabilidad de Makelele, que afronta las penas de 15 que interesa el fiscal y los 20 años de prisión que exige la acusación particular, en la muerte violenta que acabó con la vida de Sonia Mitre. Acto seguido, las partes en el proceso -defensa, acusación particular y Fiscalía- expusieron sus intenciones, tratando de ganarse así la simpatía del jurado.

El fiscal, Luis Miguel Llorente, aseguró en su intervención que tenía "la convicción personal de que el acusado es culpable" del cargo de homicidio que se le atribuye. Se comprometió a que durante las próximas sesiones "les transmitiré [dirigiéndose al jurado] la misma convicción con las pruebas que tengo". En la misma línea se mostró José Joaquín García, letrado de la acusación particular y que defiende los intereses de la familia directa de Sonia Mitre: su hija, su madre y su hermano. A su juicio, existió alevosía en los actos perpetrados por Abdou Ndiaye, que "se aseguró de que no corría ningún riesgo al matar a Sonia". Es por ello que requirió una condena de veinte años de cárcel por un delito de asesinato, con las agravantes de parentesco y por razón de género.

El alegato de la defensora de Makelele, Ana Gloria Rodríguez, sirvió para recordar al jurado el principio de la presunción de inocencia que rige el Estado de Derecho. "El juicio empieza hoy (por ayer), así que dejen de lado todo lo que han oído y leído en la prensa; deben afrontar su tarea como una página en blanco y recordar que si condenan a un inocente pierde él, pero también pierde el Estado de Derecho y, en consecuencia, todos nosotros", advirtió la letrada que incidió en la inocencia de su cliente. "Son otros quienes tienen que probar su culpa", añadió. Una vez acotadas las posiciones comenzaron las declaraciones de acusado y médicos forenses.

El primero en tomar la palabra, como de costumbre, fue el procesado, después de que el magistrado le permitiese que le fueran retiradas las esposas. Abdou Ndiaye optó por responder sólo a las preguntas de su abogada y con un deslucido castellano -la defensa solicitó un traductor para el juicio pero la Audiencia se lo denegó-. La acusación y la Fiscalía, por tanto, sólo pudieron dejar constancia de las cuestiones que tenían previstas e incorporaron al dossier las respuestas que sí ofreció Makelele en fase de instrucción. A su letrada sí contestó pero lo hizo con frases cortas y monosílabos, que venían a confirmar los enunciados planteados por Ana Gloria Rodríguez. De una forma u otra, Makelele confirmó ayer que mantuvo una relación sentimental con la fallecida de tres años y que al final de la misma se hicieron frecuentes las discusiones entre ellos por desavenencias laborales -él era el encargado de dos negocios hosteleros de la víctima hasta tres días ante de los hechos-, conflictos que el propio acusado comunicó a familiares de Sonia Mitre. Pero ni la amenazó ni agredió ni nadie denunció nunca malos tratos. Esos enfrentamientos -dijo- no impedían que las relaciones sexuales consentidas entre ambos prosiguiesen. También confirmó que a Mitre la seguían desde hace días unos "gitanos gallegos" para saldar deudas económicas pendientes.

En lo que se refiere al día de la muerte de Sonia Mitre -la señal del móvil de Makelele le sitúa ese día en casa de la víctima- negó haber estado por la zona de El Lauredal, donde vivía ella. "Estuve en la zona del Carmen al mediodía y luego fui a comer a mi casa", declaró ayer sin saber explicar por qué la antena móvil localizó allí su dispositivo a la hora en que se produjo la muerte, entre las 16 y 17 horas, según los forenses. Es por ello que tampoco pudo Makelele, aseguró, mantener relaciones sexuales con la víctima el día de autos, como sostienen la Fiscalía y la acusación particular. Por último, explicó que "ni bebo ni fumo", cuando el juez le preguntó si entonces consumía drogas.

La sesión la cerraron los forenses con una declaración que, en gran parte, estuvo dedicada a dilucidar si el día en que murió Mitre mantuvieron o no relaciones sexuales. El análisis forense determinó que se encontraron restos de semen en las pruebas practicadas y nadie cuestionó ayer que fuesen del acusado. Lo que sí generó fue un debate sobre el tiempo que tardan en desaparecer esos restos. El forense aclaró que pueden aparecer restos años después pero que el tiempo de vida de los espermatozoides -en este caso ése era el estado que presentaban- podría alargarse hasta las 72 horas después de haber mantenido la relación sexual, lo que arroja un margen de tres días.

El juicio prosigue hoy, a partir de las 10.30 horas, con la declaración de testigos, familiares y amigos de la víctima y el acusado.