Los directores de centros de Primaria y Secundaria de Gijón conocieron ayer, por boca los responsables de la Inspección educativa regional, el nuevo "Protocolo de actuación ante situaciones de posible acoso escolar" con el que la Consejería de Educación ha querido revisar las directrices existentes en un tema tan problemático. Directrices que, como ayer admitían todas las partes, eran demasiado genéricas y estaban desactualizadas. De ahí que los centros vinieran requiriendo de la Consejería que les "facilitara la gestión de estas situaciones". Desde la Inspección, además, se ha querido garantizar que esa intervención ante una denuncia de posible acoso "sea lo más rápida, eficaz y segura posible", tal como recoge el documento, algo que "seguro que va a dar más tranquilidad a las familias", sostenían ayer algunos directores.

Las instrucciones del documento, que se presentaron primero en Oviedo y luego en Gijón, y que seguirán dándose a conocer en el resto de la región en las próximas semanas, aún no cuentan con la firma de visto bueno del consejero, Genaro Alonso. Por parte de los responsables de los centros gijoneses, la sensación general fue de respaldo al documento, aunque con matices. Entre los aspectos donde existe más inquietud entre los responsables de colegios e institutos está el hecho de que el protocolo identifica al director o directora como la persona encargada de dirigir la intervención ante una denuncia de una familia, y eso, a criterio de los implicados, les está dejando en una situación especialmente expuesta. "Hay temor, y es lógico, a que una situación se complique y acaben pidiendonos responsabilidades penales, como ya ha ocurrido. Y ante eso el riesgo personal es grande y ahí no hay respaldo de la administración", explicó una directora.

El nuevo reglamento acota tiempos de intervención ante un caso de posible acoso -tres días de plazo máximo para poner en marcha el protocolo, 15 días para enviar informe detallado a la Inspección, 22 días para otro informe de seguimiento- y también desglosa, como forma de visibilizarlos, muchos de los comportamientos a erradicar. Y ahí, siempre que se incluya la repetición, la intencionalidad y el aislamiento de una víctima vulnerable, pueden estar incluidas actitudes como poner motes, ignorar a alguien, no dejarle participar, amenazarle, chantajearle, insultar, hablar mal de él o llegar a la violencia física. También el ciberacoso está contemplando entre las acciones a revisar, otro elemento que genera dudas entre algunos docentes que se ven incapaces de controlar también las actitudes de abuso que suceden fuera del entorno del centro escolar.