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ROXANA POPELKA | Escritora y profesora

"La poesía del lamento y del yo posmoderno jamás me ha interesado mucho, la verdad"

"Catherine Deneuve y Catherine Millet no han entendido nada del movimiento feminista que lucha por la igualdad"

Roxana Popelka. DAVID RUBIO

Escritora y profesora de Sociología en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense, la asturiana Roxana Popelka (Gijón, 1966) acaba de publicar libro de poemas: "33PPM" (Bartleby). La también doctora en Filosofía estará el próximo sábado en el Toma 3 (13.00 horas), junto a Laura Fjäder, para presentar una obra atenta al mundo convulso. Creadora versátil (novela, relatos, "performance", cine...), en su voz se escuchan los estragos y luchas de este tiempo.

- ¿A qué hace referencia el título del libro: páginas por minuto, pulsaciones por minuto, poemas...?

-Juego con el símil de los elepés, de las treinta y tres revoluciones por minuto. Me gustaba. Y más teniendo en cuenta que escribí los poemas, que son treinta y tres, con música de fondo.

- Son poemas que surgen de historias cotidianas. ¿La atención a la realidad es el motor de su poesía?

-En general, sí. Trato de abordar temas relacionados con los problemas contemporáneos. Ése es el motor, tanto en mi poesía como en los relatos y en las novelas.

- Un libro escrito escuchando música de fondo. ¿Por qué?

-Lo planteé como un reto: suelo escribir sin música o con músicas que no me desconcentren. Aquí hice lo contrario en busca de una intensificación rítmica.

- Han pasado casi tres décadas desde la publicación de su primer libro, "Ciudad del Norte". ¿Cómo ha ido cambiando su poesía a lo largo de este tiempo?

-En el plano estrictamente formal, creo que se mantienen buena parte de las coordenadas. Lo que ha ido evolucionando -adquiriendo quizás más relevancia- son ciertos temas contemporáneos. Por ejemplo, los de género. En la primera parte de "33PPM", incluyo poemas que hablan de la crisis de las ciudades; ese desencanto que viene de la vida urbana.

- "Ciudad del Norte" nació en Gijón y en otro momento de crisis...

-Sí, pero entonces no subrayaba tanto esa temática, la sociología que hay debajo de la ciudad. Eso está mucho más presente en este último libro: desahucios, formas de vida, problemas con el alquiler... Toda esa problemática que está presente, más o menos, en las ciudades españolas.

- ¿Buena parte de la poesía española contemporánea presta poca atención a esa problemática a la que alude?

-Hay tantas escuelas, directrices y maneras de concebir la poesía... A mí esa poesía del lamento, del yo posmoderno, jamás me ha interesado mucho, la verdad. Con todos los respetos, me parece una poesía un poco estéril. Tenemos que salir de nosotros mismos, lo que no significa que de vez en cuando pueda escribir un poema que hable más de alguna cuestión personal, sentimientos o interioridades. Hay que salir de ese yo y de ese lamento que se queda en una queja sin fundamento. Es un tipo de poesía que pudo estar bien, pero me gusta vivir en el mundo que nos ha tocado; no digo dar respuestas, pero preguntar al menos sobre esas problemáticas.

- En su obra tienen peso significativo las cuestiones de género. ¿Por qué han ido ganando importancia y densidad?

-Pues sí. Estaban ya presentes en la antología ("Cumpleaños feliz"), pero he ido adquiriendo una mayor conciencia de que estamos ante un problema que necesita ser abordado desde todas las disciplinas. incluida la poesía. Antes hablábamos de poéticas, pues creo que una de las cosas más interesantes es la incorporación de mujeres a la poesía; es innegable.

- Es uno de los hechos importantes de la poesía que se escribe desde la segunda mitad del siglo XX: esa visibilidad de la mujer.

-Claro. Hay una serie de temas propios que habían estado silenciados. Todavía queda mucho camino por recorrer, pero la presencia de las mujeres en la literatura y en la poesía, a lo largo de este siglo, es algo fundamental.

- ¿Qué opina de la polémica, con origen en Francia, por el manifiesto firmado entre otras por Catherine Millet o Catherine Deneuve en respuesta al llamado " #MeToo" y reivindicando el cortejo o la seducción?

-Con todos los respetos, creo que no han entendido nada de un movimiento, el feminista, que lucha por la igualdad sexual, la de las mujeres y la de los hombres. No es que nos guste o nos deje de gustar el cortejo, sino que se reivindica nuestra capacidad de decisión y de decir cuándo se traspasa una línea roja.

- Se la ha identificado con una corriente literaria y unos autores, de David González a Vicente Muñoz, partidarios de un realismo nítido y comprometido. ¿Está de acuerdo?

-Intentan clasificarnos por comodidad. Tuve esas vinculaciones, sobre todo por la revista "Lúnula". A partir de ahí, cada uno fue descubriendo sus propio itinerario. Más que de "realismo", prefiero hablar de "problemática contemporánea". Cuando no me siento cómoda es cuando me adscriben al 'realismo sucio'.

- ¿Por qué?

-Estuvimos unidos, a través de lo que era el grupo de Gijón y alrededor del Ateneo Obrero, pero luego cada uno hizo su camino.

- Cineasta, "performer", novelista... ¿Qué lugar ocupa la poesía en su obra?

-Un lugar preponderante. No me gustan las fronteras entre las artes; son un impedimento a la hora de expresarse. Mi poesía, de hecho, es muy visual: bebe del cine y de las artes plásticas. La disolución de las artes me parece una conquista. Lo que me interesa es contar historias.

-Es observadora cualificada, ¿cómo ve la situación del periodismo en los tiempos de la posverdad y la confusión?

-A los estudiantes les pido que estén abiertos a las nuevas formas del periodismo, donde también las fronteras tienden a romperse. Tiene que ver con las redes sociales y los nuevos formatos. Hay que estar atentos y saber que no hay una forma única de hacer periodismo.

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