El Antroxu gijonés dejó resaca en Cimavilla, como si hubieran pasado los hunos de Atila. Las calles del barrio alto amanecieron el miércoles cubiertas de toneladas de desperdicios desperdigados por el suelo, obra de los numerosos grupos de jóvenes que aprovecharon la jornada festiva para celebrar un monumental "botellón".

"Está todo de pena", confirma Sergio Álvarez, presidente de la asociación de vecinos "Gigia" de Cimavilla. "Es algo que llevamos mucho tiempo avisando, desde antes del verano. Se está produciendo un repunte de esta práctica en el barrio", arguye. El representante vecinal pide a la concejalía de Seguridad Ciudadana que "controle mucho más", sobre todo porque, entiende, "saben los días en los que ocurre, que son fechas muy señaladas, como el Carnaval. Es un problema que hay que atajar", advierte.

Para Álvarez, el botellón "no se arregla poniendo un par de multas en momentos puntuales, es necesaria una labor de concienciación", y más control, porque "Cimavilla tiene sus peculiaridades, no vale patrullar solo en coche, tienen que hacerlo también a pie". El representante vecinal recuerda que "no es solo una cuestión de suciedad, también de ruido y los problemas de inseguridad que lleva aparejados".

Los trabajadores de Emulsa se hicieron eco en redes sociales de la espectacular cantidad de basura que se encontraron en el barrio. También la asociación "Fauna Urbana", que echó mano del humor: "Muy bien el disfraz de planta de Cogersa en Cimadevilla. Clavado!", junto a una imagen de la calle del Rosario.